lunes, 15 de septiembre de 2014

Conservó durante 112 años el poncho blanco de Saravia

EDUARDO GONZÁLEZ
"Sí, estoy vestido con el poncho que perteneció a Aparicio Saravia", dijo con lágrimas en los ojos Jesús María Clavijo, quien vive en la ciudad de Rocha, ahora retirado de las tareas rurales.








Hombre de campo, si los hay, a sus 76 años Clavijo se encuentra retirado de las actividades, disfrutando de su hogar y de las historias que recogió a lo largo del camino. Desde el poncho que le regaló Aparicio, hasta el paseo en jeep que realizó con Wilson Ferreira Aldunate en tiempos de la dictadura. Esas y otras anécdotas conforman parte de la historia de un orgulloso blanco.

"Este poncho que le estoy mostrando, se lo regaló Aparicio Saravia en el año 1902 a mi abuelo, Erasmo Clavijo, en campos de la zona de José Ignacio, contó a El País. "Andaba con un grupo de gente a caballo y en un corral de tuna dejaron la tropilla encerrada, allí pasaron la noche", prosiguió.

"Mi abuela, Rufina Hernández, hizo un amasijo y mientras tanto, Aparicio le preguntó a mi abuelo: `¿Y usted no tiene poncho blanco, Clavijo?`. Le contestó, que no, y entonces Aparicio se sacó el poncho y se le dio", contó mientras se aprestaba a sacar el cuidado tesoro que hasta ese momento permanecía en un maletín.

Clavijo pone con sumo cuidado la clave numérica del maletín y al abrirlo, muestra el poncho que una vez obsequió Saravia a su abuelo. "Hasta ahí la historia, el poncho quedó, mi padre tenía unos dos años y después, de mayor, lo guardó con el ajuar de mi madre y así fueron pasando los años", continuó, restregándose los ojos para repeler una lágrima.

"Desde chiquito, siempre he sido de Aparicio, una vez fallecido mi padre, mi madre me entregó el poncho. Después, otras historias las sé por mi tía, hermana de mi padre que era mucho mayor", dijo.

"Saravia, andaba con unos tales hermanos Barrios, de Maldonado. Era un hombre de a caballo, imagínese, para andar en el Cordobés, mire que aquello es una soledad grande", señaló, recordando una de sus tantas visitas a la estancia.


Clavijo vuelve a emocionarse: "Le pedí a mi señora, que en el momento de mi muerte me pongan el poncho de Aparicio; pero después, hablando con Jorge Rodríguez, el de la funeraria, me comentó que ese no sería el mejor destino. Ahora, realmente, no sé lo que voy a hacer", señaló. "El poncho no tiene precio", afirmó.

Toda su vida la pasó en el campo, "trabajando en las tareas rurales, en los frigoríficos, en las forestadoras y en la estancia de Los Arachanes de los Amarales", comentó.

Un cura.
Otro hecho que produjo gran impacto en Clavijo refiere a una de las visitas a Rocha del extinto líder nacionalista Wilson Ferreira Aldunate, en tiempos de la dictadura militar. Lo hizo "vestido de fraile", según un relato que guardó por mucho tiempo.

"Heraclio Pérez Ubici me envió buscar a Wilson a la estancia de Amílcar De Costa. Estaba vestido de cura, en un jeep, no me acuerdo si en el año 1977 o 78. Tenía una perita, como usan los frailes, esos que andan de marrón. Wilson apareció y me dio un bidón de combustible".

"Me preguntó si lo llevaba. `Sí`, le dije. Cuando íbamos pasando Lascano, me dijo: `¿Tenés miedo Clavijo? Mirá que si nos agarran, no nos queda ni el apellido`. Después, sonrisas", recuerda Clavijo.


"Yo lo entregué en lo de Pérez Ubici y ellos se fueron para Maldonado, al Jagüel, en una avioneta…. Después pasó mucho tiempo, ingresé de mayordomo en una estancia de Lavalleja y cuando se realizó un remate en la Cabaña El Ombú, de los Aguirre, en la zona de Velázquez (Rocha), concurrí. Estaba Wilson. En un momento se me acercó en medio de tanta gente y me dio un abrazo; fue el abrazo más lindo que tuve en mi vida", contó.

fuente -foto diarioelpais