EDUARDO GONZÁLEZ
"Sí, estoy vestido con el poncho que perteneció a
Aparicio Saravia", dijo con lágrimas en los ojos Jesús María Clavijo,
quien vive en la ciudad de Rocha, ahora retirado de las tareas rurales.
Hombre de campo, si los hay, a sus 76 años Clavijo se
encuentra retirado de las actividades, disfrutando de su hogar y de las
historias que recogió a lo largo del camino. Desde el poncho que le regaló
Aparicio, hasta el paseo en jeep que realizó con Wilson Ferreira Aldunate en
tiempos de la dictadura. Esas y otras anécdotas conforman parte de la historia
de un orgulloso blanco.
"Este poncho que le estoy mostrando, se lo regaló
Aparicio Saravia en el año 1902 a mi abuelo, Erasmo Clavijo, en campos de la
zona de José Ignacio, contó a El País. "Andaba con un grupo de gente a
caballo y en un corral de tuna dejaron la tropilla encerrada, allí pasaron la
noche", prosiguió.
"Mi abuela, Rufina Hernández, hizo un amasijo y
mientras tanto, Aparicio le preguntó a mi abuelo: `¿Y usted no tiene poncho
blanco, Clavijo?`. Le contestó, que no, y entonces Aparicio se sacó el poncho y
se le dio", contó mientras se aprestaba a sacar el cuidado tesoro que
hasta ese momento permanecía en un maletín.
Clavijo pone con sumo cuidado la clave numérica del maletín
y al abrirlo, muestra el poncho que una vez obsequió Saravia a su abuelo.
"Hasta ahí la historia, el poncho quedó, mi padre tenía unos dos años y
después, de mayor, lo guardó con el ajuar de mi madre y así fueron pasando los
años", continuó, restregándose los ojos para repeler una lágrima.
"Desde chiquito, siempre he sido de Aparicio, una vez
fallecido mi padre, mi madre me entregó el poncho. Después, otras historias las
sé por mi tía, hermana de mi padre que era mucho mayor", dijo.
"Saravia, andaba con unos tales hermanos Barrios, de
Maldonado. Era un hombre de a caballo, imagínese, para andar en el Cordobés,
mire que aquello es una soledad grande", señaló, recordando una de sus
tantas visitas a la estancia.
Clavijo vuelve a emocionarse: "Le pedí a mi señora, que
en el momento de mi muerte me pongan el poncho de Aparicio; pero después,
hablando con Jorge Rodríguez, el de la funeraria, me comentó que ese no sería
el mejor destino. Ahora, realmente, no sé lo que voy a hacer", señaló.
"El poncho no tiene precio", afirmó.
Toda su vida la pasó en el campo, "trabajando en las
tareas rurales, en los frigoríficos, en las forestadoras y en la estancia de
Los Arachanes de los Amarales", comentó.
Un cura.
Otro hecho que produjo gran impacto en Clavijo refiere a una
de las visitas a Rocha del extinto líder nacionalista Wilson Ferreira Aldunate,
en tiempos de la dictadura militar. Lo hizo "vestido de fraile",
según un relato que guardó por mucho tiempo.
"Heraclio Pérez Ubici me envió buscar a Wilson a la
estancia de Amílcar De Costa. Estaba vestido de cura, en un jeep, no me acuerdo
si en el año 1977 o 78. Tenía una perita, como usan los frailes, esos que andan
de marrón. Wilson apareció y me dio un bidón de combustible".
"Me preguntó si lo llevaba. `Sí`, le dije. Cuando
íbamos pasando Lascano, me dijo: `¿Tenés miedo Clavijo? Mirá que si nos
agarran, no nos queda ni el apellido`. Después, sonrisas", recuerda
Clavijo.
"Yo lo entregué en lo de Pérez Ubici y ellos se fueron
para Maldonado, al Jagüel, en una avioneta…. Después pasó mucho tiempo, ingresé
de mayordomo en una estancia de Lavalleja y cuando se realizó un remate en la
Cabaña El Ombú, de los Aguirre, en la zona de Velázquez (Rocha), concurrí.
Estaba Wilson. En un momento se me acercó en medio de tanta gente y me dio un
abrazo; fue el abrazo más lindo que tuve en mi vida", contó.
fuente -foto diarioelpais