martes, 18 de noviembre de 2014

LA NOCHE DEL 26: “COMO EL GOL DE ESPALDA DE GODÍN” | MAURO MEGO

Cómo el partido de Uruguay con Italia en el Mundial. Una sensación similar. Como aquel gol, aquel salto desprolijo y tumultuoso de Godín y los celestes, con esa pelota imperfecta que da en la espalda del zaguero y entra para poner el 1 a 0 luego de horas intensas y de expectativa. Algo así, decía un amigo, sintió la noche del 26 de octubre cuando se confirmaba la victoria del Frente Amplio y se visualizaban muy cerca las mayorías parlamentarias.



El último artículo previo al 26 de octubre, me dediqué a relatar desde el corazón la noche del 31 de octubre de 2004, en esa recreación humana constante del pasado, evocando aquellos hechos que mueven la sensibilidad y hacen carne la emoción. Una evocación de mística, se podría decir. Lo que no sabía era que luego de meses de una campaña intensa, desde el interior, teniendo que combatir todo tipo de estrategias, dejando horas de lado y horas de sueño, se iba a desatar un hecho épico más que sitúa al Frente como la fuerza política más grande del país, manteniendo casi el mismo respaldo durante diez años, derribando cuanto mito se cruzó.

Pero para que esto fuera más increíble, la confirmación del Frente Amplio como una fuerza nacional, en donde el interior dio muestras claras de los cambios a los que se enfrenta el país. Para ejemplo: aquí, en Rocha, el Frente Amplio superó por casi cinco mil votos al Partido Nacional. Historias similares se dieron en otros departamentos, para más alegría.

El “plebiscito” sobre seguridad, sobre educación, sobre esto, sobre aquello, que aducía la derecha liberal-conservadora instalada hegemónicamente en los partidos fundacionales, no tuvo el resultado que esperaban. La demostración de todo un cambio de época se vio contado en cifras electorales, no para nadar en triunfalismos vanos sino para calibrar con más firmeza los desafíos de esta “Era Progresista”.

Un Frente movilizado en todo el país, un Tabaré que se la jugó como aquellos líderes importantes, con definiciones grandes y densas, como elogiar la gestión de Bonomi, no eludir los temas importantes y sobre todo comunicar con calma y firmeza los logros pero también los desafíos del futuro.

Varias estanterías crujieron y con confesiones de parte, dando cuenta de que algunas estrategias de la derecha no fueron recogidas por el grueso del electorado que tuvo otra visión de la realidad. El acto eleccionario pasó por el tamiz todo ello, pasó por el filtro implacable las estrategias de prensa y propaganda que situaban a algunos candidatos como un “boom” electoral que después no se confirmaron manteniendo guarismos de estancamiento. Más revelador es ver el mapa electoral resultante de las elecciones, en donde por ejemplo, Cerro Largo -bastión blanco- resultó de una buena vez frenteamplista. Más que seguir relatando datos reveladores de ese 26 de octubre, un verdadero sismo político silencioso -tenía razón Tabaré (y Mario Benedetti, sobre todo) que la cosa venía “despacio, pero venía”- debemos resaltar un par de desafíos que siguen.

El primero es continuar la movilización política y social para generar los más amplios apoyos políticos y sociales que vean en Tabaré la figura clave para ser el Presidente de los uruguayos el 30 de noviembre. Para ello: continuar dando las señales de alegría, trabajo, compromiso y amplitud para que uruguayos y uruguayas no frenteamplistas encuentren en este espacio la mejor opción de gobierno y la síntesis de una visión progresista de la sociedad y los problemas del país.

El segundo, tener la claridad estratégica como para discutir y laudar caminos en los departamentos del interior que permitan que más gobiernos departamentales sean frenteamplistas. Para ello, evitar las fisuras y generar acuerdos que prioricen la fortaleza de la herramienta que nos conduzca a la victoria. Amplitud, generosidad, programa y propuestas para que el Frente Amplio aproveche este inmejorable escenario para replicarlo en mayo de 2015. Es importante continuar demostrando que es posible otra manera de gobernar, de desarrollar la equidad, de generar políticas y de construir políticamente ya no solo desde el gobierno nacional sino también desde este interior en donde los cambios se vienen dando de manera importante pero siempre de modo diferente, propio y hasta más lento que en la zona metropolitana.

Las visiones progresistas tienen ahora una nueva ventana de crecimiento para impulsar más cambios desde aquí, desde el interior. Pero ello requiere no repetir errores, fortalecer la unidad y generar espacios que interpreten de la mejor manera el sentir de cada pueblo, de cada sociedad a sabiendas de lo que hemos repetido: el Uruguay no es único y homogéneo, es diverso.


El Frente tiene medio partido, con épica y emoción, pero la marcha es lenta y compleja hacia los cambios necesarios que posibiliten una sociedad mejor. Pero emociona la forma en cómo se dilucidó lo del 26, contra propios y extraños, lento pero firme, épico e increíble, “a la uruguaya”, como aquel gol de Godín que partió las gargantas.