Cómo el partido de Uruguay con Italia en el Mundial. Una
sensación similar. Como aquel gol, aquel salto desprolijo y tumultuoso de Godín
y los celestes, con esa pelota imperfecta que da en la espalda del zaguero y
entra para poner el 1 a 0 luego de horas intensas y de expectativa. Algo así,
decía un amigo, sintió la noche del 26 de octubre cuando se confirmaba la
victoria del Frente Amplio y se visualizaban muy cerca las mayorías
parlamentarias.
El último artículo previo al 26 de octubre, me dediqué a
relatar desde el corazón la noche del 31 de octubre de 2004, en esa recreación
humana constante del pasado, evocando aquellos hechos que mueven la
sensibilidad y hacen carne la emoción. Una evocación de mística, se podría
decir. Lo que no sabía era que luego de meses de una campaña intensa, desde el
interior, teniendo que combatir todo tipo de estrategias, dejando horas de lado
y horas de sueño, se iba a desatar un hecho épico más que sitúa al Frente como
la fuerza política más grande del país, manteniendo casi el mismo respaldo
durante diez años, derribando cuanto mito se cruzó.
Pero para que esto fuera más increíble, la confirmación del
Frente Amplio como una fuerza nacional, en donde el interior dio muestras
claras de los cambios a los que se enfrenta el país. Para ejemplo: aquí, en
Rocha, el Frente Amplio superó por casi cinco mil votos al Partido Nacional.
Historias similares se dieron en otros departamentos, para más alegría.
El “plebiscito” sobre seguridad, sobre educación, sobre
esto, sobre aquello, que aducía la derecha liberal-conservadora instalada
hegemónicamente en los partidos fundacionales, no tuvo el resultado que
esperaban. La demostración de todo un cambio de época se vio contado en cifras
electorales, no para nadar en triunfalismos vanos sino para calibrar con más
firmeza los desafíos de esta “Era Progresista”.
Un Frente movilizado en todo el país, un Tabaré que se la
jugó como aquellos líderes importantes, con definiciones grandes y densas, como
elogiar la gestión de Bonomi, no eludir los temas importantes y sobre todo
comunicar con calma y firmeza los logros pero también los desafíos del futuro.
Varias estanterías crujieron y con confesiones de parte,
dando cuenta de que algunas estrategias de la derecha no fueron recogidas por
el grueso del electorado que tuvo otra visión de la realidad. El acto
eleccionario pasó por el tamiz todo ello, pasó por el filtro implacable las
estrategias de prensa y propaganda que situaban a algunos candidatos como un
“boom” electoral que después no se confirmaron manteniendo guarismos de
estancamiento. Más revelador es ver el mapa electoral resultante de las
elecciones, en donde por ejemplo, Cerro Largo -bastión blanco- resultó de una
buena vez frenteamplista. Más que seguir relatando datos reveladores de ese 26
de octubre, un verdadero sismo político silencioso -tenía razón Tabaré (y Mario
Benedetti, sobre todo) que la cosa venía “despacio, pero venía”- debemos
resaltar un par de desafíos que siguen.
El primero es continuar la movilización política y social
para generar los más amplios apoyos políticos y sociales que vean en Tabaré la
figura clave para ser el Presidente de los uruguayos el 30 de noviembre. Para
ello: continuar dando las señales de alegría, trabajo, compromiso y amplitud
para que uruguayos y uruguayas no frenteamplistas encuentren en este espacio la
mejor opción de gobierno y la síntesis de una visión progresista de la sociedad
y los problemas del país.
El segundo, tener la claridad estratégica como para discutir
y laudar caminos en los departamentos del interior que permitan que más
gobiernos departamentales sean frenteamplistas. Para ello, evitar las fisuras y
generar acuerdos que prioricen la fortaleza de la herramienta que nos conduzca
a la victoria. Amplitud, generosidad, programa y propuestas para que el Frente
Amplio aproveche este inmejorable escenario para replicarlo en mayo de 2015. Es
importante continuar demostrando que es posible otra manera de gobernar, de
desarrollar la equidad, de generar políticas y de construir políticamente ya no
solo desde el gobierno nacional sino también desde este interior en donde los
cambios se vienen dando de manera importante pero siempre de modo diferente,
propio y hasta más lento que en la zona metropolitana.
Las visiones progresistas tienen ahora una nueva ventana de
crecimiento para impulsar más cambios desde aquí, desde el interior. Pero ello
requiere no repetir errores, fortalecer la unidad y generar espacios que
interpreten de la mejor manera el sentir de cada pueblo, de cada sociedad a
sabiendas de lo que hemos repetido: el Uruguay no es único y homogéneo, es
diverso.
El Frente tiene medio partido, con épica y emoción, pero la
marcha es lenta y compleja hacia los cambios necesarios que posibiliten una
sociedad mejor. Pero emociona la forma en cómo se dilucidó lo del 26, contra
propios y extraños, lento pero firme, épico e increíble, “a la uruguaya”, como
aquel gol de Godín que partió las gargantas.