viernes, 11 de marzo de 2011

Odisea de un uruguayo para volver a su casa en Tokio

"Una odisea de 12 horas", así describió el uruguayo Federico Clulow su regreso a su casa de Tokio, luego de haber vivido uno de los terremotos más intensos de la historia de Japón.
Federico, de 27 años, hace diez que vive en Tokio, donde estudió y actualmente trabaja y ya tenía planeado volver a radicarse a Uruguay la semana entrante.
Aprovechando algunos días de vacaciones, decidió visitar Kyoto, una de las tres ciudades que más sintieron el temblor. A punto estaba de subirse a un tren, cuando el piso se le empezó a mover. El problema fue emprender el regreso a su casa.

"Se apagó toda la ciudad", contó telefónicamente Federico a EL PAÍS digital. Es que, tras los sismos, todos los servicios de transporte se cancelan por seguridad. De camino, debió parar en un refugio, ya que las réplicas complicaban el camino, que debió hacerlo caminando.
Si bien en la zona en donde se encuentra no hubo mayores consecuencias, muchas personas debieron permanecer en el centro de asistencia, por no tener medios para regresar a sus viviendas.
"Acá todo el mundo está acostumbrado, pero la magnitud del temblor y la cantidad de réplicas fue bastante terrorífica", contó. Él constató, por ejemplo, que muchas personas sufrieron ataques de pánico.
Ante los reiterados temblores que registra Jap, la municipalidad en donde reside Federico tiene instaurado un sistema de "anuncio público", que indica a las personas qué hacer.
Además, todos conocen la ubicación del refugio, tienen un kit preparado con comida y medicamentos en caso de que surja algo mayor. "Hay entrenamientos, por lo que la gente está preparada", dijo. Aclaró, sin embargo, que no lo estaban para algo de la magnitud de hoy.
Federico aún no se ha puesto en contacto con la embajada para notificar su estado, incluso, mucha gente se intentó comunicar con él y no ha podido. Solamente su familia está tranquila por su situación.
Tras diez años de estar alejado de Uruguay, el martes próximo Federico vuelve a radicarse en el país. En sus últimos días de vacaciones, cuenta, vivió lo que no vivió en diez años.

El País Digital