Desde ayer sábado, y por ley, se
interpretará el silencio de los uruguayos como una donación de
órganos solidaria. Si alguien no expresa su voluntad contraria, será
donante. Las autoridades tienen la expectativa de agilitar con esto
la lista de espera.
Ayer entró en
vigencia la nueva ley que establece que toda persona en Uruguay es
donante de órganos, a menos que exprese y se registre por la
negativa, que vaya al Instituto Nacional de Donación de Órganos y
Trasplantes (INDT) y firme un papel en el que quede estampada la
voluntad de no donar sus órganos al morir.
"La ley interpreta el silencio como una donación solidaria. La ley nos pone la responsabilidad a nosotros mismos. Si no queremos ser donantes tenemos que expresarlo y registrarlo. Nos pone en la obligación de decidir qué queremos hacer", resume la directora del INDT, Inés Álvarez.
La norma fue
impulsada desde el Parlamento por los senadores Alfredo Solari
(Partido Colorado), Mónica Xavier (Frente Amplio) y Sergio Abreu
(Partido Nacional).
Se trata de una
normativa que le da una nueva vuelta de tuerca a la ya existente. En
Uruguay se legisló sobre la donación de órganos en el año 1971
con un texto que fue pionero en la región. "Sentó bases muy
sólidas y estrictas con respecto a la donación del cuerpo humano.
Dejó bien penalizado que la donación y los productos de la donación
no se compran ni se venden y lo puso en la órbita del delito. Marcó
el camino en la región", destaca Álvarez.
Hace diez años, en 2003, esa ley
sufrió una modificación que fue de alguna manera determinante para
lo que se viene ahora. En ese momento se introdujo un cambio que
estableció que todo aquel que no hubiera expresado nada en lo
contrario y cuyo fallecimiento ameritara una pericia forense, era
donante. Si una persona fallecía de manera dramática en, por
ejemplo, un accidente y el caso merecía la actuación de la
Justicia, se asumía, salvo que hubiera estampado su negativa, que
sus órganos podían ser extraídos para trasplantarlos en otra
persona.
"Esa
pequeña nueva modificación la valoramos como si fuera un plan
piloto para la ley actual, para ver cómo lo tomaba la población. Y
nos dimos cuenta que el uruguayo es tremendamente solidario y
solamente en contadas ocasiones tuvimos problemas para explicar a los
familiares este tema", dice la directora del INDT.
La vuelta de
tuerca es que ahora ya no se necesitará una pericia forense. La
expectativa de las autoridades sanitarias es lograr con esto mover
una lista de espera para trasplantes que no es todo lo ágil que
debiera ser. Hay mucha gente que se muere esperando. La tasa de
donación de órganos, 16,6 por millón de población, es una de las
más altas de Latinoamérica. Pero no es suficiente.
Según
Álvarez, la experiencia en otros países que han aplicado una
normativa similar a la que acaba de entrar en vigencia, son dispares.
Pero estima que en Uruguay será beneficiosa y le dará un nuevo
impulso al tema de los trasplantes. Esto lo asegura porque el usuario
"tiene confianza en el sistema".
"Cuando
el sistema de salud no es confiable, ahí entran en las dudas. Acá
el sistema es confiable. El usuario sabe que el trasplante no
discrimina ni raza ni clase social. El que lo necesita, accede. Eso
hace que la cabeza de los uruguayos en este tema sea más diferente,
abierta. Por eso la predicción es que va a ser una ley positiva",
aventura la especialista.
Álvarez
sabe, sin embargo, que hay gente desconfiada, que hay temores. Pero
enfatiza que la legislación y el sistema de extracción de órganos
le dan "total garantía" al paciente. "El propio
proceso legal dice que el diagnóstico de la muerte encefálica tiene
que ser firmado y constatado por dos médicos que no pertenezcan al
equipo de trasplante ni al de procuración. Y cualquiera que opere en
el sentido contrario termina preso", afirma.
Álvarez
valora que de esta manera, con la nueva ley, también se le quita "un
peso y un drama" a la familia del fallecido en contextos que la
mayoría de las veces son dramáticos y en donde en lo menos que se
piensa es en cuál era la voluntad del fallecido, si quería ser
donante o no.
La ley de
donación de órganos abarca solo a los mayores de 18 años. Si una
persona no quiere ser donante deberá concurrir hasta el piso 4 del
Hospital de Clínicas a manifestar su voluntad. Quedará anotado en
un registro. Aquel que ya dijo que no alguna vez y firmó su voluntad
no la tiene que refrendar. Ya quedó registrado. Se están generando
instancias para descentralizar el trámite y hacerlo en el interior
del país, a través de las direcciones departamentales de Salud.
-En Uruguay
hay unas 1.000 personas en lista de espera por un trasplante de
órgano. Entre ellas, hay 426 que esperan por un riñón (dos son
niños); 16 por un hígado (dos niños); 26 por un corazón (un
niño); seis por un pulmón; 94 por un trasplante de riñón y
páncreas; uno por riñón e hígado; y más de 400 por un trasplante
de córnea.
-En Uruguay
se realizan anualmente 600 trasplantes, un 22% de órganos, 61,5% de
tejidos y 16,5% de células. Hay cerca de un millón de donantes.
-En 2011, el
72,5% de los pacientes en lista de espera no lograron obtener un
órgano para trasplante y el 4% falleció esperándolo.
-Durante
2012, la tasa de donantes efectivos de órganos fue de 16,16 por
millón de personas. Los donantes efectivos de tejidos fueron 28,96
por millón de personas y los donantes efectivos de órganos y
tejidos simultáneamente 30,79 por millón de personas.
-A pesar de
la larga lista de espera, la tasa de donación de Uruguay es de las
más altas de la región, con casi el triple de la media de América
Latina.