lunes, 19 de enero de 2015

El Polonio, balneario sin Policía


Representantes de los lugareños coinciden en que es un poblado seguro aunque la presencia policial es necesaria para evitar la Justicia por mano propia.
Nicolás Delgado-ElObservador

Un arbusto tapa la puerta de la dependencia policial de Cabo Polonio, parque nacional visitado en la primera quincena de enero por 21.432 personas, 13% más que el año pasado, según datos oficiales. Desde abril de 2014, cuando el agente Edgardo “Boya” Molina se jubiló, empacó y abandonó el destacamento donde vivía, no hay Policía en el balneario ni un puesto de Prefectura que reciba denuncias.






El pasado domingo, un hombre forzó a una joven a entrar a su rancho e intentó abusar de ella.
La muchacha logró escapar, pero la búsqueda de apoyo policial se convirtió en una odisea.
Pidió ayuda a vecinos, que llamaron a las seccionales más próximas, las de Barra de Valizas y de Castillos, pero no obtuvieron respuesta.
La joven contactó entonces a un guardaparque que la trasladó hasta Barra de Valizas para presentar la denuncia. Cinco horas más tarde llegó una camioneta de la Policía y varios agentes detuvieron al hombre.
El hurto de dinero y ropa en un hostel generó horas más tarde el desembarco en Cabo Polonio de otra patrulla desde Valizas.
 La pesquisa finalizó con dos detenidas que fueron trasladadas en la caja de la camioneta policial, aunque no se encontraron pruebas del delito. Ni la ropa ni el dinero.
Cada tanto, se presentan en Cabo Polonio situaciones similares que requieren una rápida respuesta policial. Ese mismo domingo, por ejemplo, un hombre alcoholizado que dormía bajo la garita de guardavidas de la playa La Calavera pasó el día insultando a los dos hombres que trabajan allí, Saúl Azuri y Nicolás Olivera. De tarde se dedicó a molestar a la gente que estaba en la playa, sombrilla por sombrilla.
 “No hay garantía de seguridad. Si pasa algo, ¿cómo actuamos nosotros?”, se preguntó Azuri.
 “No hay una referencia de autoridad y eso es lo más peligroso, porque puede llevar a tomar justicia por mano propia”, agregó. Su compañero, Olivera, advirtió que “la seguridad es una medida de prevención que no se está tomando”
.El Ministerio del Interior explicó a El Observador que la seguridad en el balneario es competencia de Prefectura Nacional Naval, que a su vez depende de la Armada Nacional.
Sin embargo, los marineros de Prefectura brillan por su ausencia. Sin un puesto de Prefectura ni de la Policía para recurrir, rige la añeja ley del más fuerte.
El informante del ministerio también explicó que la Policía de la seccional 4ª de Castillos hace “patrullajes esporádicos” por el balneario.
 De todas maneras, el programa Verano Azul, que reforzó con 2.000 policías la zona costera, no llegó este año al Polonio. En veranos anteriores, este programa reforzaba con dos o tres agentes la tarea de Molina.
En Valizas, a siete kilómetros de ese cabo rodeado de dunas pero sin policías ni marineros, fue asesinada el 28 de diciembre la adolescente Lola Chomnalez.
El 7 de enero, varias camionetas de Prefectura irrumpieron en el Polonio en busca de un sospechoso, conocido como El Conejo, a raíz de la denuncia de un vecino que dijo verlo en la zona.
 Los efectivos encontraron a un hombre cerca del faro, pero al cotejar el identikit, y tras un breve interrogatorio, descartaron que se tratara del sospechoso.
 El Conejo del identikit había estado varios días en el Polonio, pero finalmente fue encontrado ese mismo 7 de enero en Valizas.Tanto lugareños como comerciantes sostienen que el balneario es seguro.
 Las puertas abiertas día y noche lo atestiguan.
 Pero la falta de una autoridad policial, de un referente para recurrir en caso de que se genere un inconveniente, preocupa a casi todos.
“No estamos capacitados para hacer justicia por mano propia”, dijo Flavio Machado, dueño de la posada Marimar a El Observador. Machado, que llegó al Polonio en 1964 y fue lobero y farero en las décadas de 1970 y de 1980, ha tenido que sacar gente de su casa que, en busca de sombra o algún bien ajeno, entró sin pedir permiso.
El empresario recuerda que su padre, que desembarcó en el Polonio en 1944 como encargado de Industrias Loberas y Pesqueras del Estado, dormía con un palo de matar lobos al lado de la cama.
Las historias sobre lugareños que en décadas pasadas tomaban la justicia en sus manos, antes de que la Policía abriera el destacamento a fines de los años 90, se repiten hasta convertirse en leyendas.
 Ladrones enlazados, arrastrados por la playa y atados a un poste hasta el amanecer, hasta que llegara desde Castillos o Valizas la Policía, se suceden en boca de sus descendientes.
Muchos consideran que la falta de autoridad  puede generar un peligroso retroceso hacia esos tiempos.Daniel Machado, dueño del restaurante “Lo de Dani”, trabajó como lechero del pueblo desde que tenía 12 años. Luego, como su primo Flavio, fue lobero y también farero.
 Hoy preside la ONG Comunidad Cabo Polonio con representación en la Comisión Asesora Específica del Parque Nacional Cabo Polonio. “Es un tema grave. Nos interesa que este lugar sea más seguro.
 No tenemos autoridad a quien recurrir. Hoy estamos de dedos cruzados”, explicó a El Observador
.El delegado de los pobladores en la Comisión Asesora Específica, Gonzalo “El Ajo” Núñez, concuerda en la necesidad de tener Policía en un balneario tan promocionado. Núñez considera que la tradición de hacer justicia por mano propia, aún vigente, alejó a los delincuentes del Polonio, pero concuerda en que debe ser superada. “La falta de Policía es una carencia porque uno de los patrimonios del Polonio es la seguridad”, dijo a El Observador.
A diferencia de la mayoría del parque, donde las construcciones son ilegales o están en proceso de regularización, hay un grupo de casas sobre la playa Sur que pertenece a la Sociedad Anónima Gabasol.
Su representante ante la Comisión Asesora Específica, Medardo Manini, es más cauto que los lugareños a la hora de exigir presencia policial. “Cuando estaba, la Policía podía hacer poco, solo informaba las denuncias a la Prefectura que es la que tiene competencia”, recordó.
“No sé si se justifica un destacamento de Prefectura o de Policía, porque el Polonio no tiene problemas de seguridad”, agregó.A diferencia del resto de los pobladores, los integrantes de Gabasol cuentan con un capataz a quien recurrir apodado “Popeye”, que tiene línea directa con Prefectura.
El resto cruza los dedos o sigue durmiendo con palos bajo la cama.