El arzobispo Rino Fisichella, que presentó ayer el
documento, ante una pregunta dijo que el Código de Derecho Canónico será
revisado para incorporar la decisión papal, ya vigente.
"Para que ningún obstáculo se interponga entre la
petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a
todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a
quienes hayan procurado el pecado de aborto", escribió Francisco, en el
párrafo 12 del documento, que sugestivamente tituló "Misericordia et
misera", las dos palabras que San Agustín usó para relatar el encuentro
entre Jesús y una adultera.
Tal como había hecho anteayer en la misa de cierre del
Jubileo, en la carta el Papa no sólo se refiere a la absolución del aborto,
también llama a seguir "celebrando y viviendo" la misericordia
concretamente, más allá de que haya terminado el Año Santo.
En la carta apostólica, el Papa destaca: "Cuanto había
concedido de modo limitado para el período jubilar, lo extiendo ahora en el
tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario". Con esta frase, más allá
de dar a entender que lo que fue temporario pasó a ser por tiempo indefinido,
dejó en claro que es consciente de que a los sectores más conservadores de la
Iglesia les caerá pésimo su nueva apertura.
"Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto
es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente",
puntualizó también Francisco en el documento, un texto de 20 páginas.
"Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar
que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y
destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse
con el Padre. Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora
de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial",
indicó.
En la carta escrita al arzobispo Fisichella el 1° de
septiembre de 2015, en la que autorizaba limitadamente a los sacerdotes a
absolver el pecado del aborto, Francisco ya había expresado esta visión, que
refleja su experiencia de arzobispo que recorría calles y villas de Buenos
Aires.
"Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado
a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección
sufrida y dolorosa. Lo sucedido es profundamente injusto; sin embargo, sólo el
hecho de comprenderlo en su verdad puede consentir no perder la
esperanza", había escrito entonces.
En un concepto que fue repitiendo desde el primer día de su
pontificado, marcado por una visión de iglesia abierta, en la carta apostólica
difundida ayer, Francisco insistió en la importancia del perdón, más allá del
rigorismo de las normas.
"No existe ley ni precepto que pueda impedir a Dios
volver a abrazar al hijo que regresa a él reconociendo que se ha equivocado,
pero decidido a recomenzar desde el principio. Quedarse solamente en la ley
equivale a banalizar la fe y la misericordia divina", escribió.
Y recomendó a los curas ser magnánimos a la hora de la
confesión, en todos los casos. "Pido que sean acogedores con todos;
testigos de la ternura paterna, a pesar de la gravedad del pecado",
indicó. "Así como Jesús ante la mujer adúltera optó por permanecer en
silencio para salvarla de su condena a muerte, del mismo modo el sacerdote en
el confesionario tenga también un corazón magnánimo", agregó.