
Si bien la presencia de cianobacterias es normal en los
cuerpos de agua, hay lugares del país en los que el exceso es problemático,
dijo . “Conociendo la especie podemos hipotetizar la toxina que genera” y su
grado de peligrosidad, señaló.
La peligrosidad depende del tipo y concentración de toxina
que libera la cianobacteria. Lo que estudia el grupo de investigación en que
trabaja es cuáles son los factores que favorecen la liberación de toxinas,
detalló.
Explicó que la actividad humana, a través de fertilizantes o
simple trabajo agropecuario, aporta nutrientes a los cursos de agua. Esos
nutrientes aceleran la aparición de cianobacterias, explicó.
Las toxinas que liberan, de acuerdo a sus características y
grado de acumulación, pueden se perjudiciales para animales y humanos, explicó
la investigadora.
En ese sentido, apuntó, la peligrosidad también depende del
uso que se le dé al cuerpo de agua. No hay problemas si cumplen función
paisajística. Sí hay peligro potencial en caso de que se trate de cursos de
agua o lagunas de las que se toma agua para que beban animales o humanos.
También puede haber peligro para la salud si se usan como lugar de recreación,
advirtió.
Señaló que la existencia de cianobacterias es difícil de
revertir y que la mejor estrategia es prevenir. De todas maneras, recordó, hay
medidas que se pueden tomar para mejorar la situación. Recordó las diez medidas
recomendadas tras la detección de contaminación en la cuenca del Santa Lucía y
subrayó que las presencia de cianobacterias tiene dependencia alta del manejo
del ecosistema.