lunes, 19 de noviembre de 2012

se busca conocer el grado de uso de drogas por los conductores


La Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev), la Junta Nacional de Drogas (JND) y el Polo Tecnológico de la Facultad de Química de la Universidad de la República están desarrollando un proyecto de investigación para realizar un estudio de prevalencia de consumo de drogas en conductores durante el verano y, posteriormente, en invierno. Con base en ese estudio y una modificación de las normas legales, el próximo año los controles serán obligatorios y similares a los del alcohol.

En esta primera fase, que comenzará con la temporada estival, la prueba se realizará de forma voluntaria y anónima en controles aleatorios en la calle ejercidos por Policía de Tránsito.

Las partes están actualmente abocadas a la selección de los diferentes métodos existentes en el mercado para detectar rastros de marihuana, cocaína, metanfetaminas (estimulantes que afectan el sistema nervioso central) y benzodiacepinas (depresores del sistema nervioso central).

Su consumo puede ser detectado en diversas muestras biológicas, como sangre, orina, saliva, sudor e incluso cabello. No obstante, una muestra de saliva extraída por un hisopo que se pasa por la lengua y luego por un reactivo es el método que hoy está predominando en Europa por su comodidad: no es invasivo, no presenta riesgo sanitario y es rápido. La prueba dura entre ocho y 10 minutos.

Los resultados obtenidos este verano no tendrán ninguna repercusión legal, puesto que, en esta instancia, se busca conocer el grado de uso de drogas por los conductores. “Es para saber dónde estamos parados a nivel país”, dijo Pablo Inthamoussu, secretario general de Unasev, a El Observador.

En el primer semestre de 2012 se practicaron 23 mil espirometrías en siniestros de tránsito, de las cuales 4,5% registró niveles superiores al límite permitido. No obstante, no existen cifras comparables sobre los accidentes relacionados con drogas ilegales y medicamentos psicoactivos, los que también disminuyen las capacidades de los conductores al volante.

A priori, las benzodiacepinas son el caso más complejo, debido a su alto consumo por parte de la población uruguaya, por su efecto negativo sobre la conducción y por la falta de advertencia por parte de los médicos. En Europa se zanjó el problema con la obligación de que cada medicamento lleve un logotipo de acuerdo a su grado de afectación al sueño. Un millón de uruguayos toma psicofármacos, según cifras de la JND.

Antes de fin de mes, el grupo de trabajo finalizará la propuesta de investigación y, lo que resulta fundamental para sus planes, el cálculo del presupuesto para la compra de dispositivos, reactivos y honorarios del personal, entre otras cuestiones, que deberán ser atendidas por el agente de financiamiento. Una posibilidad es a través de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación. Inthamoussu señaló que cada dispositivo cuesta US$ 25.

Próximo paso: fiscalización
Una vez que se cuente con esa información se podrá avanzar en un estudio de prevalencia en siniestros. De esta manera, se conocerá la correlación entre accidentes mortales y el consumo de distintas sustancias y dosis.

Eso es lo que realizó la Unión Europea mediante la ejecución de tres proyectos: Roadsite Testing Assessment I y II (conocido como Rosita) y Driving under the influence of alcohol, drugs and medicines (Druid). Estos relevaron que el porcentaje de positivos más alto correspondió al cannabis (36%) seguido de las anfetaminas (20%, estimulantes). Los datos sirvieron para controlar determinadas sustancias si se descubría que su consumo generaba un riesgo de dos o tres veces mayor de provocar un accidente.

Investigaciones demostraron que un conductor que recientemente haya consumido cannabis o cualquier sustancia basada en anfetaminas corre el mismo riesgo de chocar que un conductor con una concentración de alcohol en sangre superior al 0,5.

Las regulaciones impuestas a las sustancias legales e ilegales consiguieron una reducción del 10% de la mortandad por siniestros de tránsito.

Eleuterio Umpiérrez, encargado de la Unidad de Medio Ambiente, Drogas y Doping del Polo Tecnológico de Pando, explicó a El Observador que una reducción semejante en Uruguay significa “salvar 60 vidas y evitar el efecto de una muerte en 60 familias”. Los siniestros de tránsito son la principal causa de muerte para los menores de 35 años. Y agregó: “Evitar esos daños justifica invertir en un gasto nacional regular para disminuir estos casos”. 

Cambios legales
El objetivo a futuro es realizar estos controles de forma general, al mismo nivel que con el alcohol. Para esto será imprescindible contar con la legislación correspondiente. Inthamoussu manifestó que, si bien requerirá modificaciones legales, el país ya tiene experiencia en el combate a sustancias. “Sería un escollo si tuviéramos que arrancar de cero como hicimos con el alcohol pero hoy tenemos un camino avanzado”, apuntó.

En Francia se aplica sanciones más severa a los  conductores que han consumido drogas y alcohol. En Australia, la falta implica una multa de entre US$ 300 y US$ 13 mil y se le retira la licencia de conducir hasta por 12 meses.