domingo, 3 de febrero de 2013

42 años, estás hecho un pibe


Los 42 años del FA: con confianza y fuerza para alcanzar las metas de esta etapa
CARLOS BARÁIBAR
SENADOR AU
FRENTE AMPLIO

El próximo martes 5 de febrero el Frente Amplio (FA) celebrará su 42º aniversario. Acabamos de dejar atrás el octavo año de gobierno nacional, un período corto en la historia de un país pero que se ha caracterizado por transformaciones profundas como no se hacían en el Uruguay desde muchas décadas. No vamos a enumerar aquí esos cambios. Baste recordar la grave crisis que padeció el país a comienzos del siglo, con inéditos índices de pobreza e indigencia, con un descenso sin precedentes en el nivel de vida de la población –exceptuando un pequeño sector privilegiado–, el incremento de la desocupación y de la emigración, y un estado de ánimo de abatimiento y pesimismo en la gente.

Más allá de los logros concretos –sobre los cuales hemos hablado muchas veces desde estas columnas–, el triunfo del FA abrió una etapa en la que reconquistamos la confianza en el país y en nosotros mismos. Y esa confianza, que se expresó en diversas áreas y que comenzó a abrirle puertas a la inversión y, con ella, al trabajo como un valor supremo que se había degradado en la consideración de la gente, fue la base de realidades que en pocos años cambiaron radicalmente.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) destacó en su Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe 2011, presentado hace pocos días, la disminución de la pobreza en Uruguay, así como la caída del Índice Gini, que mide la desigualdad. La pobreza se redujo del 39% en 2004 a 12,5% en 2012 (este dato es del INE) y la indigencia bajó del 4,5% al 0,5%. El Anuario indica que nuestro país es el segundo más igualitario de América Latina.

En 2007 el decil 10 (el más rico) de la población recibía el 34,8% de la riqueza nacional, mientras que el más pobre (el 1) recibía el 2%, es decir que el 20% más rico recibía 17,4 veces más que los más pobres. En Uruguay, entre 2007 y 2011 la deferencia entre el decil más rico y el más pobre bajó 13,9%. En el conjunto de América Latina y en Caribe, en el mismo lapso, la baja fue de 8,4. Y hay que tener en cuenta el crecimiento de la producción: de 20 millones en 2004 Uruguay pasó a más de 50 millones actualmente, superando ampliamente el promedio de la región con relación a la población.

La desocupación alcanzó mínimos históricos, rondando el 6% (era de 12,5% en 2005) pese a la crisis mundial, y la inversión sobre el producto, que tradicionalmente rondó el 9%, llegará este año al 21%, explicando la alta tasa de empleo y el incremento de los ingresos, que ha tenido en los Consejos de Salarios un instrumento clave.

Incluso en la comparación con el resto del continente, Uruguay muestra tasas más altas en alfabetización, en docentes por cantidad de alumnos, en matrícula en la educación primaria y en la terciaria, a diferencia de secundaria donde estamos prácticamente estancados. Y tenemos, entre otros, el grave problema de nuestro retraso demográfico, que de no revertirse puede llevarnos a tener un crecimiento 0 hacia mediados del siglo.

Valoramos los logros –así como asumimos los problemas y las dificultades–, pero somos conscientes de que son insuficientes, porque el Frente Amplio se propone un crecimiento aun mayor, un descenso sustantivo de la pobreza y la desigualdad, continuar avanzando en el desarrollo de la logística, dar pasos significativos en el complejo problema de la seguridad ciudadana y encarar los retrasos en las reformas en la Administración Central así como en diversas áreas sociales.

Por eso en este 42º aniversario debemos comprometernos a redoblar el trabajo. La eficiencia y la eficacia no se alcanzan con voluntarismo, sino concretando lo que el mismo Frente ha aprobado en su programa.

No podemos olvidar, al tiempo de destacar los esfuerzos del gobierno, lo que el sistema político y sus partidos así como diversos actores sociales hicieron posible en 2012. Cabe destacar a título de ejemplos la ley que permite poner en marcha la Universidad Tecnológica y, en el área logística, la aprobación en el Parlamento del puerto de aguas profundas en Rocha.

Al cumplir 42 años y casi ocho en el gobierno nacional, los frenteamplistas no estamos en hora de balances sino de compromiso para redoblar el trabajo y cumplir las metas aún pendientes.

Durante el año transcurrido, como lo hemos explicitado ampliamente en estos artículos, el FA concretó avances significativos, que tampoco significan haber resuelto todos nuestros problemas. Pero el cambio estatutario que supuso para todos conceder cosas para avanzar, el lanzamiento del Plan Político, aprobado por el Plenario Nacional el 24 de noviembre –que contiene las principales acciones políticas hasta finales del 2013, momento en que se realizará el VI Congreso Extraordinario para aprobar la plataforma electoral del FA– y las elecciones del 27 de mayo, en las que 170 mil personas, a padrón abierto y con plenas garantías democráticas, eligieron, además de a quien ocupará la presidencia del FA, la compañera Mónica Xavier –de destacada y extensa trayectoria como frenteamplista de todas las horas–, a los presidentes de las departamentales y los integrantes de los sectores políticos y de las bases del Plenario Nacional (PN) y de los plenarios departamentales, así como a la Mesa Política Nacional, cuyos miembros sectoriales surgen del PN de acuerdo a la votación obtenida por cada grupo. Posteriormente el Plenario Nacional eligió a los tres vice presidentes (Juan Castillo, Rafael Michelini e Ivonne Passada), y Mónica Xavier designó a Gerardo Rey como secretario de la presidencia.

Los frenteamplistas confiamos en nuestro programa y nuestras fuerzas, más allá de nuestras propias insuficiencias y de los problemas derivados de una coyuntura internacional desfavorable, así como de la persistente campaña de la oposición, que ha sustituido las propuestas –tanto en lo nacional como en lo departamental– por el hostigamiento al gobierno, al Frente y a sus principales figuras, en especial a Tabaré Vázquez, cuya capacidad política y popularidad excepcionales ya ponen nerviosa a la oposición pese a que aún no estamos en tiempos electorales, al menos para el FA. Y, por supuesto, confiamos en nuestra militancia –que debe jugar un papel insustituible y creciente en este año clave para el futuro del proceso de cambios– y en la capacidad que en estos 42 años hemos demostrado bregando por un futuro de justicia y libertad. O sea, hoy más que nunca debemos cultivar los valores que nos trajeron hasta aquí y asegurarán los próximos objetivos: unidad, que no se opone sino que se complementa con la diversidad que siempre ha enriquecido nuestras propuestas, espíritu constructivo y de diálogo para dirimir eventuales diferencias, respaldo comprometido al gobierno y, a su vez, cumplimiento de nuestra intransferible función como organización política vinculada a la sociedad.

LaRepublica