Los 42
años del FA: con confianza y fuerza para alcanzar las metas de esta etapa
CARLOS BARÁIBAR
SENADOR
AU
El
próximo martes 5 de febrero el Frente Amplio (FA) celebrará su 42º aniversario.
Acabamos de dejar atrás el octavo año de gobierno nacional, un período corto en
la historia de un país pero que se ha caracterizado por transformaciones
profundas como no se hacían en el Uruguay desde muchas décadas. No vamos a
enumerar aquí esos cambios. Baste recordar la grave crisis que padeció el país
a comienzos del siglo, con inéditos índices de pobreza e indigencia, con un
descenso sin precedentes en el nivel de vida de la población –exceptuando un
pequeño sector privilegiado–, el incremento de la desocupación y de la
emigración, y un estado de ánimo de abatimiento y pesimismo en la gente.
Más allá
de los logros concretos –sobre los cuales hemos hablado muchas veces desde
estas columnas–, el triunfo del FA abrió una etapa en la que reconquistamos la
confianza en el país y en nosotros mismos. Y esa confianza, que se expresó en
diversas áreas y que comenzó a abrirle puertas a la inversión y, con ella, al
trabajo como un valor supremo que se había degradado en la consideración de la
gente, fue la base de realidades que en pocos años cambiaron radicalmente.
En 2007
el decil 10 (el más rico) de la población recibía el 34,8% de la riqueza
nacional, mientras que el más pobre (el 1) recibía el 2%, es decir que el 20%
más rico recibía 17,4 veces más que los más pobres. En Uruguay, entre 2007 y
2011 la deferencia entre el decil más rico y el más pobre bajó 13,9%. En el
conjunto de América Latina y en Caribe, en el mismo lapso, la baja fue de 8,4.
Y hay que tener en cuenta el crecimiento de la producción: de 20 millones en
2004 Uruguay pasó a más de 50 millones actualmente, superando ampliamente el
promedio de la región con relación a la población.
La
desocupación alcanzó mínimos históricos, rondando el 6% (era de 12,5% en 2005)
pese a la crisis mundial, y la inversión sobre el producto, que
tradicionalmente rondó el 9%, llegará este año al 21%, explicando la alta tasa
de empleo y el incremento de los ingresos, que ha tenido en los Consejos de
Salarios un instrumento clave.
Incluso
en la comparación con el resto del continente, Uruguay muestra tasas más altas
en alfabetización, en docentes por cantidad de alumnos, en matrícula en la
educación primaria y en la terciaria, a diferencia de secundaria donde estamos
prácticamente estancados. Y tenemos, entre otros, el grave problema de nuestro
retraso demográfico, que de no revertirse puede llevarnos a tener un
crecimiento 0 hacia mediados del siglo.
Valoramos
los logros –así como asumimos los problemas y las dificultades–, pero somos
conscientes de que son insuficientes, porque el Frente Amplio se propone un
crecimiento aun mayor, un descenso sustantivo de la pobreza y la desigualdad,
continuar avanzando en el desarrollo de la logística, dar pasos significativos
en el complejo problema de la seguridad ciudadana y encarar los retrasos en las
reformas en la
Administración Central así como en diversas áreas sociales.
Por eso
en este 42º aniversario debemos comprometernos a redoblar el trabajo. La
eficiencia y la eficacia no se alcanzan con voluntarismo, sino concretando lo
que el mismo Frente ha aprobado en su programa.
No
podemos olvidar, al tiempo de destacar los esfuerzos del gobierno, lo que el
sistema político y sus partidos así como diversos actores sociales hicieron
posible en 2012. Cabe destacar a título de ejemplos la ley que permite poner en
marcha la
Universidad Tecnológica y, en el área logística, la
aprobación en el Parlamento del puerto de aguas profundas en Rocha.
Al
cumplir 42 años y casi ocho en el gobierno nacional, los frenteamplistas no
estamos en hora de balances sino de compromiso para redoblar el trabajo y
cumplir las metas aún pendientes.
Durante
el año transcurrido, como lo hemos explicitado ampliamente en estos artículos,
el FA concretó avances significativos, que tampoco significan haber resuelto
todos nuestros problemas. Pero el cambio estatutario que supuso para todos
conceder cosas para avanzar, el lanzamiento del Plan Político, aprobado por el
Plenario Nacional el 24 de noviembre –que contiene las principales acciones
políticas hasta finales del 2013, momento en que se realizará el VI Congreso
Extraordinario para aprobar la plataforma electoral del FA– y las elecciones
del 27 de mayo, en las que 170 mil personas, a padrón abierto y con plenas
garantías democráticas, eligieron, además de a quien ocupará la presidencia del
FA, la compañera Mónica Xavier –de destacada y extensa trayectoria como
frenteamplista de todas las horas–, a los presidentes de las departamentales y
los integrantes de los sectores políticos y de las bases del Plenario Nacional
(PN) y de los plenarios departamentales, así como a la Mesa Política
Nacional, cuyos miembros sectoriales surgen del PN de acuerdo a la votación obtenida
por cada grupo. Posteriormente el Plenario Nacional eligió a los tres vice
presidentes (Juan Castillo, Rafael Michelini e Ivonne Passada), y Mónica Xavier
designó a Gerardo Rey como secretario de la presidencia.
Los
frenteamplistas confiamos en nuestro programa y nuestras fuerzas, más allá de
nuestras propias insuficiencias y de los problemas derivados de una coyuntura
internacional desfavorable, así como de la persistente campaña de la oposición,
que ha sustituido las propuestas –tanto en lo nacional como en lo
departamental– por el hostigamiento al gobierno, al Frente y a sus principales
figuras, en especial a Tabaré Vázquez, cuya capacidad política y popularidad
excepcionales ya ponen nerviosa a la oposición pese a que aún no estamos en
tiempos electorales, al menos para el FA. Y, por supuesto, confiamos en nuestra
militancia –que debe jugar un papel insustituible y creciente en este año clave
para el futuro del proceso de cambios– y en la capacidad que en estos 42 años
hemos demostrado bregando por un futuro de justicia y libertad. O sea, hoy más
que nunca debemos cultivar los valores que nos trajeron hasta aquí y asegurarán
los próximos objetivos: unidad, que no se opone sino que se complementa con la
diversidad que siempre ha enriquecido nuestras propuestas, espíritu
constructivo y de diálogo para dirimir eventuales diferencias, respaldo
comprometido al gobierno y, a su vez, cumplimiento de nuestra intransferible
función como organización política vinculada a la sociedad.
LaRepublica