escribe Richard Pelonga Gonzalez

Fugarse subrepticiamente de las garras de las metáforas, era su búsqueda constante.
Ya no soportaba las presiones de la rima, los apremios sistemáticos del verso
o las estrofas tenaces que anudaban su garganta...
Solo quería contemplar una flor... los labios tibios de aquella mujer o la desnudez primaria de la piel en primera cita, como si fuese su última noche.
Aquel insomnio de ojos ciegos, lo perturbaba hasta el delirio...
Quiso gritar, no pudo,
entonces... sorteando laberintos de fantasmas de papel y acribillado por esquirlas de tinta, cayó precipitadamente en los abismos del silencio, así, como si fuese un poeta, insaciablemente devorado por su propia boca...
de: Divagues de la sobrenoche