
Mujica habló de su historia como la de “un muchacho que como
otros quiso cambiar su época y su mundo” hacia una sociedad libertaria y sin
clases. “Mis errores, en parte ,son hijos de mi tiempo. Obviamente los asumo.
(…) ¡Quién tuviera la fuerza de cuando éramos capaces de albergar tanta
utopía!”, expresó.
“Me angustia el porvenir que no veré y por el que me comprometo.
Es posible un mundo con una humanidad mejor”, afirmó y agregó: “Cargo con los
millones de compatriotas pobres de la América Latina, patria común que se está
haciendo, cargo con las culturas originarias aplastadas”.
También cuestionó el colonialismo en Malvinas, el bloqueo a
Cuba y “las consecuencias de la vigilancia electrónica que no hace otra cosa
que sembrar desconfianza”.
“Cargo con una gigantesca deuda social y la necesidad de
defender la Amazonia, los ríos”, añadió y nombró también la necesidad de ayudar
a que Colombia encuentre un camino de paz.
“Ocupamos el templo con el dios mercado que nos organiza la
vida y nos financia en cuotas la apariencia de felicidad. Parecería que hemos
nacido solo para consumir y consumir. Si aspiráramos a consumir como un
americano promedio serían imprescindibles tres planetas. Nuestra civilización
montó un desafío mentiroso y así como vamos no es posible colmar el sentido de
despilfarro que se le ha dado a la vida”, criticó.
Actuamos, dijo, contra la sencillez, contra la sobriedad,
contra los ciclos naturales, contra el tener tiempo para vivir las relaciones
humanas. “Enfrentamos la sedentarismo con caminadores, el insomnio con
pastillas, la soledad con la electrónica. ¿Es que somos felices?, se preguntó
el Presidente.
“Aturdidos, huimos de nuestra biología y la suplantamos por
el consumismo funcional, funcional a la acumulación”, fustigó y afirmó que la
política quedó engrillada a la economía y al mercado. “Hay marketing para todo,
todo todo es negocio”, aseveró.
“(El ciudadano medio) deambula entre las financieras y el
tedio de las oficinas, sueña con las vacaciones y la libertad, con concluir las
cuentas. Hasta que un día el corazón se para y adiós. Habrá otro soldado
cubriendo las fauces del mercado”.
Mujica llamó a una conciencia planetaria para desatar la
solidaridad, a castigar el despilfarro y la especulación. Y bregó por que
existan “menos organismos mundiales de esos que organizan foros y conferencias
que les sirven a las cadenas hoteleras y que nadie recoge ni transforma en
decisiones”.
“No podemos manejar la globalización porque nuestro
pensamiento no es global. Nuestra época es portentosamente revolucionaria pero
no tiene conducción consciente, o conducción simplemente instintiva”, advirtió.
Y aconsejó a los gobiernos republicanos: deberían parecerse
a sus respectivos pueblos en la forma de vivir. “Cultivamos arcaísmos feudales,
hacemos diferenciaciones jerárquicas que socavan lo mejor de las repúblicas:
que nadie es más que nadie”.
“Sé que es muy fácil poéticamente autocriticarnos y creo que
sería una inocencia plantear que existen recursos para ahorrar y gastarlos en
otras cosas útiles”, agregó el Presidente. (Pero) los indigentes no son de
áfrica o de América Latina. Son de la humanidad toda y los recursos necesarios
existen están en ese depredador despilfarro”.