martes, 24 de septiembre de 2013

En EEUU, Mujica cuestionó el despilfarro y llamó a valorar la vida

José Mujica“Necesitamos gobernarnos a nosotros mismos o sucumbiremos, porque no somos capaces de estar a la altura de la civilización que en los hechos fuimos desarrollando. (…) Estamos vivos por milagro y nada vale más que la vida. Nuestro deber es respetar la vida, impulsarla, cuidarla, procrearla”. Así dijo el Presidente José Mujica sobre el final de su discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas.




Mujica habló de su historia como la de “un muchacho que como otros quiso cambiar su época y su mundo” hacia una sociedad libertaria y sin clases. “Mis errores, en parte ,son hijos de mi tiempo. Obviamente los asumo. (…) ¡Quién tuviera la fuerza de cuando éramos capaces de albergar tanta utopía!”, expresó.

“Me angustia el porvenir que no veré y por el que me comprometo. Es posible un mundo con una humanidad mejor”, afirmó y agregó: “Cargo con los millones de compatriotas pobres de la América Latina, patria común que se está haciendo, cargo con las culturas originarias aplastadas”.

También cuestionó el colonialismo en Malvinas, el bloqueo a Cuba y “las consecuencias de la vigilancia electrónica que no hace otra cosa que sembrar desconfianza”.

“Cargo con una gigantesca deuda social y la necesidad de defender la Amazonia, los ríos”, añadió y nombró también la necesidad de ayudar a que Colombia encuentre un camino de paz.

“Ocupamos el templo con el dios mercado que nos organiza la vida y nos financia en cuotas la apariencia de felicidad. Parecería que hemos nacido solo para consumir y consumir. Si aspiráramos a consumir como un americano promedio serían imprescindibles tres planetas. Nuestra civilización montó un desafío mentiroso y así como vamos no es posible colmar el sentido de despilfarro que se le ha dado a la vida”, criticó.

Actuamos, dijo, contra la sencillez, contra la sobriedad, contra los ciclos naturales, contra el tener tiempo para vivir las relaciones humanas. “Enfrentamos la sedentarismo con caminadores, el insomnio con pastillas, la soledad con la electrónica. ¿Es que somos felices?, se preguntó el Presidente.

“Aturdidos, huimos de nuestra biología y la suplantamos por el consumismo funcional, funcional a la acumulación”, fustigó y afirmó que la política quedó engrillada a la economía y al mercado. “Hay marketing para todo, todo todo es negocio”, aseveró.

“(El ciudadano medio) deambula entre las financieras y el tedio de las oficinas, sueña con las vacaciones y la libertad, con concluir las cuentas. Hasta que un día el corazón se para y adiós. Habrá otro soldado cubriendo las fauces del mercado”.

Mujica llamó a una conciencia planetaria para desatar la solidaridad, a castigar el despilfarro y la especulación. Y bregó por que existan “menos organismos mundiales de esos que organizan foros y conferencias que les sirven a las cadenas hoteleras y que nadie recoge ni transforma en decisiones”.

“No podemos manejar la globalización porque nuestro pensamiento no es global. Nuestra época es portentosamente revolucionaria pero no tiene conducción consciente, o conducción simplemente instintiva”, advirtió.

Y aconsejó a los gobiernos republicanos: deberían parecerse a sus respectivos pueblos en la forma de vivir. “Cultivamos arcaísmos feudales, hacemos diferenciaciones jerárquicas que socavan lo mejor de las repúblicas: que nadie es más que nadie”.


“Sé que es muy fácil poéticamente autocriticarnos y creo que sería una inocencia plantear que existen recursos para ahorrar y gastarlos en otras cosas útiles”, agregó el Presidente. (Pero) los indigentes no son de áfrica o de América Latina. Son de la humanidad toda y los recursos necesarios existen están en ese depredador despilfarro”.