martes, 5 de noviembre de 2013

El afilador, oficio que se resiste al tiempo


Cada día una ciudad distinta ,diferentes calles  deberá  recorrer haciendo sonar el silbato, que identifica sus servicios.
Desde Argentina llegò en la mañana de hoy a nuestra ciudad ,para ofrecer sus servicios ,mañana estará en recorriendo las distintas calles de Chuy.
“rodar” por calles de las de nuestro pais  a bordo de su bicicleta para dar filo a utensilios y herramientas, sigue siendo el trabajo “más dignificante” que pudo haber tenido.,dijo Mario a Rochaaldia.
Con su trabajo por cuenta propia, afilando cuchillos, tijeras o herramientas varias da vida a un oficio que va en desuso y obtiene el ingreso con el que busca mejorar sus condiciones de vida.
Su familia queda en Quilmes, una ciudad Argentina, cabecera del partido homónimo en la provincia de Buenos Aires. Es una de las ciudades más antiguas del Gran Buenos Aires.

Las mujeres están en la casa ,nosotros los hombres ,salimos a buscar el sustento ,dijo Mario 

Junto a su hijo y hermano en bicicleta y a la mano silbato con el que despliegan las inconfundibles notas, marcan presencia en  las calles para afilar herramientas utilizadas en el hogar y negocios, principalmente de cocina.
En su labor no hay un contrato de por medio que le garantice un ingreso fijo, ni acceso a las prestaciones sociales que sí recibe un trabajador asalariado.

Su oficio, que al igual que otros como el de organillero, zapatero, mecanógrafo o relojero, se ha visto afectado con la llegada de la modernidad y la globalización, está a punto de extinguirse de no ser por personas que, como él, mantienen la “tradición” a pesar de los cambios.

Su bicicleta está provista de una estructura plegable sobre la que eleva la llanta trasera para poder pedalear sin desplazarse. Así, hace girar su rueda y rotar la piedra de esmeril con la que desgasta una orilla de los objetos metálicos que cada vez “son de menos calidad” .
 Ya no son como antes que eran de verdadero acero -afirma Don Mario-, ahora son más delgados, como de papel y si se “amellan” es más fácil tirarlos que volverlos a afilar. “Por eso casi no hay trabajo, más que con las señoras que tienen sus buenos utensilios.