Personal de seccional 5 de Chuy ,montò un operativo especial para dar con los delincuentes,los que pasadas las 20 hs ingresaron a este establecimiento ubicado en Av. Gral. Artigas y Samuel Prilliac.que gira en el rubro de carnicería y se llevaron la recaudación del día.
Testigos señalaron que los delincuentes se dieron a la fuga en una moto negra y que uno de ellos tenia una media puesta en la cabeza.
AUSENCIA DE CONTROLES EN LAS FRONTERAS
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Fines de enero. Una pareja y su hija de 10 años llegan en ómnibus al Chuy. Compran en un free shop, cruzan al lado brasileño y toman un taxi con destino a Hermenegildo, un balneario del país norteño ubicado a 40 kilómetros de la frontera.
Poco antes de llegar a Migraciones el taxista pregunta si hacen los trámites migratorios o continúa el viaje. “¿Es opcional?”, pregunta el hombre con mezcla de inocencia y asombro.
“De cada diez pasajeros que llevo solo uno hace migraciones”, responde con naturalidad.
Y casi de inmediato explica que depende exclusivamente de la voluntad del pasajero.
“He llevado gente, sin hacer migración hasta Santa Vitoria do Palmar, Pelotas e incluso Camacqua, un municipio de Río Grande Do Sul, a 400 kilómetros de distancia del Chuy”, cuenta el trabajador.
Cinco días después la pareja y su hija retornan, otra vez en taxi.
El chofer se desvía de la ruta para que puedan hacer los trámites migratorios ante lo cual el hombre advierte que no hicieron los papeles para ingresar a Brasil.
“Ah, no hay problema, seguimos”, responde. Aminora la marcha, saluda a la guardia que estaba afuera de la oficina y retoma la ruta.
Entrar y salir del país sin dejar rastros es así de fácil para una familia, delincuentes, contrabandistas o narcotraficantes. Las autoridades lo saben y quizás por eso el director nacional de Policía, Julio Guarteche, reconoció hace algunas semanas que la peor hipótesis que manejan los investigadores sobre el homicidio de la adolescente argentina, Lola Chomnalez, que aún continúa impune, es que el asesino haya salido del país.
En la frontera seca con Brasil hay cuatro agujeros negros en los que la gente hace los trámites para entrar y/o salir del país “si quiere”: Rivera, Chuy, Rio Branco y Aceguá.
“Es imposible controlar las entradas y salidas al país por la frontera seca porque no hay un lugar por el que sea obligatorio pasar. ¿Dónde está Migración en Rivera? Tenés que buscarla.
En el Chuy tenés que desviarte”, explica el exsubdirector de la Dirección Nacional de Migración, Rúben Saavedra.
El pequeño aeropuerto de Carmelo, una pista de césped de 1.060 metros, también es “un gran agujero negro” de la frontera con Argentina. Hasta allí llegan al menos 6.000 viajeros al año que se sirven de pequeñas avionetas o helicópteros.
La mayoría son argentinos adinerados que hacen viajes de placer o negocios.
Allí, al igual que en el Aeropuerto de Melilla, los trámites migratorios y aduaneros se realizan a demanda, es decir, solo si los pasajeros lo piden.
Las autoridades también lo saben y para ellos es “sabido” y “común”.
fuente DiarioElPaìs.