lunes, 10 de enero de 2011

Hace 30 años



Uruguay era el campeón de los campeones del mundo
“¡Quedate tranquilo, Obdulio, los muchachos no van a dejar cambiar la historia… quedate tranquilo Obdulio, te digo!” gritaba Víctor Hugo Morales en el relato del gol de Victorino. Uruguay le ganaba una final a Brasil, esta vez no en Maracaná, sino en el Centenario.

Hace 30 años Uruguay se coronaba campeón de campeones del mundo al derrotar a Brasil en la final de la Copa de Oro, el Mundialito que se organizó con motivo de los 50 años del primer Mundial de la Fifa. Aquel torneo congregó a las selecciones campeonas de los Mundiales, salvo Inglaterra, que fue reemplaza por Holanda, finalista en los dos Mundiales más recientes ('74 y '78).

En 1980 aún no se habían sumado a la selecta nómina las selecciones de Francia y España, que recién en 1998 y 2006 lograrían el título.


La gran final

Uruguay-Brasil en la final y los fantasmas de Maracaná volvían al tapete. A los 35 minutos, Eduardo de la Peña, un bastión del mediocampo, debería abandonar por lesión, pero su sustituto no era otro que el puro pulmón "Chifle" Barrios, que con apenas 19 años de edad anotaría el tanto de apertura. Tras el empate de Sócrates de tiro penal, aparecería a 10 minutos del final el gol del triunfo, en una jugada de pelota quieta ejecutada por Ramos y conectada por Victorino, que dentro del área chica se agachó para cabecear ante Joao Leites y la pasividad de la defensa.

"Quedate tranquilo, Obdulio, los muchachos no van a dejar cambiar la historia", gritaba Víctor Hugo Morales en su relato, mientras en todo el país sonaba la nueva canción de la Celeste, aquella que decía: "Uruguay, te queremos ver campeón".

El festejo

Luego, el festejo. El capitán Rodolfo Rodríguez alzando la Copa de Oro, que constituyó un trofeo que fue obra del maestro Lincoln Presno, agregándose 25 medallas de oro al campeón. Al finalista, subcampeón del torneo, se le otorgaría una placa recordatoria y 25 medallas para sus futbolistas y cuerpo técnico. Los demás participantes volverían a sus países con un diploma recordatorio de tan grato acontecimiento.

Uruguay vivía la fiesta gracias al fútbol, como tantas veces.