Pablo Mieres FOTOELPAIS
Nosotros pensábamos que era mejor fundar un conjunto de
Institutos Universitarios Tecnológicos de carácter regional con autonomía
propia y mayor dinamismo, porque teníamos miedo de la reproducción de la
dinámica burocrática y de que una estructura mayor quedara presa de los
intereses corporativos. Sin embargo, predominó la idea de crear una Universidad
con diferentes campus regionales, alternativa que acompañamos con entusiasmo.
El equipo de técnicos representativo de los cuatro partidos
trabajó durante varios meses y alcanzó consenso en casi todos los aspectos. El
único punto en el que no hubo entendimiento, como siempre en materia educativa,
fue la determinación de cómo se debía integrar el órgano de conducción de la
institución. Nuevamente el Frente Amplio defendió el criterio de otorgar
mayoría a los representantes gremiales o sociales, de forma tal de garantizar
el tan mentado “cogobierno”.
Del otro lado, los demás partidos hemos sostenido que es fundamental
que la nueva institución universitaria quede a resguardo de los intereses
corporativos, tradicionalmente conservadores, reivindicando que es el sistema
político a través del Poder Ejecutivo con la venia del Parlamento el que debe
decidir la integración del órgano de conducción.
Este debate se intentó zanjar por la vía de la agregación de
miembros del órgano directriz de uno y otro origen, pero más allá del empeño
siempre se llega al momento crucial en que para el Frente Amplio la mayoría de
los integrantes deben provenir de los órdenes o sectores sociales.
Parece mentira. No basta con la constatación de que un
sistema de estas características ha demostrado ser engorroso y de lento
funcionamiento. No alcanza con haber constatado que el predominio de los
intereses particulares, propios de las organizaciones corporativas, no favorece
la toma de decisiones positivas en la dirección de la innovación y el cambio.
Para ciertos sectores del Frente Amplio, que terminan siendo predominantes en
la toma de decisiones, el criterio del “cogobierno” equivale a una “vaca
sagrada” intocable e indiscutible.
Otra vez quedan presos de esquemas anticuados y anacrónicos.
Hoy en el mundo universitario los modelos de conducción son múltiples y
diversos, pero ciertamente el criterio del cogobierno dista mucho de ser la
solución dominante o más avanzada.
Pero en una parte importante de la izquierda frenteamplista
la mirada está puesta, nostálgicamente, en el pasado y no se admite otro modelo
de conducción que el que incluye decisivamente a los actores sociales.
Lo positivo es que la creación de otra universidad pública
puede ayudar a consolidar una opción alternativa dentro del campo de la
enseñanza universitaria pública que esperemos sea capaz de dar respuesta a las
necesidades de formación de los jóvenes del Interior del país.
La identificación entre el partido de gobierno y ciertas
conducciones gremiales corporativas sigue siendo el principal obstáculo para
renovar la educación de este país. Una y otra vez, el Frente Amplio insiste en
defender criterios y distribuciones de poder que a esta altura han demostrado
su efecto negativo para el cambio imprescindible. Hay ciertos mitos que se han
apoderado de importantes sectores del Frente Amplio y se convierten en el
principal obstáculo para la renovación.
Es un grave error la fórmula elegida para su conducción,
hemos hecho todo el esfuerzo para evitarlo, veremos cómo funciona esta nueva
institución educativa