lunes, 6 de mayo de 2013

La fábula de las cucarachas y las moscas.

“El trabajo del periodista no consiste en pisar cucarachas, sino en prender la luz para que la gente vea cómo corren a ocultarse.” Ryszard Kapuscinski. Este maestro del periodismo del siglo XX refleja a mi entender al buen periodista, nada fácil de conseguir en este mundo tan vertiginoso, donde la noticia es ultra rápida, al instante, sin detenerse demasiado a reflexionar para qué, por qué y a quién le sirve publicar tal o cuál cosa sobre tal o cuál tema.


 
Es justamente Kapuchisnky en una de sus últimas visitas a Buenos Aires antes de fallecer que se refirió a la ética periodística de forma ejemplar. Así lo cuenta la crónica  de Óscar Escamilla en una recopilación de notas titulada "Los cinco sentidos del periodista".

 "Al regresar (de su cuarto en el hotel) alguien le dijo que en Buenos Aires secuestraban mucho, “¡pero mucho!”, según contaban los despachos noticiosos de agencias de prensa y las notas de televisión que había visto. Cuando la persona dejó de quejarse de la inseguridad argentina, Kapuściński la tomó por el antebrazo y giró hasta que ambos quedaron frente a una ventana por la que se veía la calle. A continuación el maestro levantó la mano derecha y, juntando los dedos, dibujó el marco: “Seguramente --dijo-- si uno se queda mirando un buen rato por esa ventana verá los secuestros que usted dice... Si ve alguno, no dude en denunciarlo”, le dijo a un pasmado periodista que tuvo su primera lección sobre el reflejo de la realidad a través de los medios de comunicación.
 La Ética es al periodismo como el agua a las plantas: esencial. No se puede o no se debería dejarla de lado como si no existiera, como si fuera una mosca molestosa que hay que aplastar porque no nos sirve. No es fácil en el día a día, corriendo detrás de las noticias, acordarse de que existe esta mosca que revolotea alrededor de nuestras cabezas, insistente y porfiada.

 Cuando nos olvidamos de la Ética cometemos errores imperdonables, como pasar más de 40 veces en el informativo la muerte en directo del padre de un familia, como sucedió con el caso emblemático de La Pasiva, teniendo que salir la familia del fallecido a recorrer los canales para pedir que no pasaran más las imágenes porque sus hijos veían morir a su padre decenas de veces.
 O cuando nuevamente otra familia envió una carta a todos los medios de comunicación pidiendo por favor que no pasaran las imágenes de un jóven pistero ejecutado en una estación de servicio. Estos son sólo algunos ejemplos ¿Cómo hemos llegado a esto?, es porque cómo dijo en su momento el presidente Mujica "la libertad es libre".

 ¿Es así como queremos seguir funcionando? El Código de Ética Periodística votado en la Asamblea General de la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU), es una guía para trabajar en el día a día, no se trata de una mordaza, todo lo contrario marca pautas que cualquier profesión debe tener.
 Nosotros no trabajamos haciendo chorizos (con todo el respeto que se merecen los obreros de la industria), trabajamos con la gente, los ciudadanos que viven en nuestro país, en nuestra ciudad e incluso en nuestro barrio, personas que todavía creen en lo que le decimos y confía (aunque cada vez menos) en nosotros, para formarse un criterio ante la realidad social, política, económica y deportiva que vivimos.

 ¿Acaso no tenemos responsabilidad ante nuestros lectores?, ¿podemos ser tan cínicos para que no nos importe lo que le transmitimos todos los días desde nuestro puesto privilegiado?, ¿podemos permitirnos no estudiar, no informarnos, no hacerle caso a esa mosquita molestosa llamada ética?
 Me parece que no y por eso APU viene  desde hace varios años gestando este niño llamado Código de Ética que vio la luz hace menos de un  mes. El Código que finalmente se aprobó fue el resultado de decenas de borradores, con el intenso trabajo de la Comisión de Ética de APU con el apoyo del Centro de Archivos y Acceso a la Información Pública (Cainfo) y el Grupo Medios y Sociedad, más el apoyo de la Unesco.
 La información que sirvió para redactar el código fue el resultado de varias mesas redondas en diversos lugares del país, una encuesta pública  dónde intervinieron 257 periodistas de todo el país, que en más del 90% estaban de acuerdo con la necesidad de redacción de este código. También se contempló los aportes realizados por periodistas y estudiantes durante un período de consulta abierta entre los meses de diciembre  del 2012 y marzo del 2013.

 Además se consultó con expertos internacionales y se realizó un encuentro con los editores de varios medios de comunicación de la capital del país, cuyos aportes fueron muy importantes.
 El primer capítulo se refiere al Compromiso con la libertad de expresión y el derecho a la información para todos los ciudadanos. Allí aparece el deber ético del periodismo en exigir que se respeten estos derechos, garantizando el pluralismo de las opiniones, así como el acceso equitativo a las frecuencias.
 Allí aparecen todas las garantías para que el periodista ejerza su profesión sin presiones de ningún tipo, ni políticas, ni económicas, facilitando incluso la transparencia en la identidad de los propietarios de los medios de comunicación. Tampoco se puede obligar al periodista a firmar un trabajo con el cual no esté de acuerdo o contradiga sus valores y creencias.

"Ningún periodista debería justificar desviaciones al presente código argumentando la obediencia a órdenes de su editor o el medio para el que trabaja", dice textualmente el código.
 Luego viene un capítulo "Principios de actuación", dónde se especifican vairos puntos de la tarea periodística como la validación de las fuentes, la cobertura equilibrada de los hechos, la utilización de las fuentes, así como no publicar material falso, engañoso o deformado.

La consulta de las "dos campanas" sobre una información, así como el respeto por la privacidad de las personas a no ser que afecte a la comunidad. También se hace mención al respeto de la propiedad intelectual. El "levante" o la copia de trabajos de colegas sin citar la fuente, se considera una "falta grave y un plagio".
 Aquí también se trata el tema del respeto por la imagen de las personas, evitando el sensacionalismo, sobre todo en hechos de violencia, "a fin de no abusar en detalles escabrosos como la exposición de caras y cuerpos con claros signos de violencia ni criminalizar a las personas involucradas".
 Justamente el día que se estaba votando este código, un diario capitalino publicó en su página web una amplia información sobre los datos otorgados por un especialista mexicano, que se encontraba en nuestro país. Presentó un estudio realizado en Uruguay sobre la percepción de la población sobre la inseguridad. El título decía:
 "Montevideanos perciben la misma realidad que un país en guerra; las fotos del horror"
 En el copete agrega "Las imágenes pueden herir su sensibilidad. La percepción de inseguridad o “sensación de miedo generalizado” de los montevideanos es similar a la de los habitantes de México, un país cuya tasa de homicidios casi triplica a la uruguaya".
 Encabezando esta noticia una galería de fotos de asesinados en México, con personas colgando de los puentes, entre otras imágenes del mismos estilo. En ningún lugar, ni en el pie de foto ni en la nota explicaba que las fotos no eran de sucesos en Uruguay.
 Otro dato que se puede extraer de esta noticia, si como dice la tasa de homicidios de México es de 18 crímenes cada 100.000 habitantes, mientras en Uruguay, osciló entre 6 y 7 crímenes cada 100.000 habitantes, ¿por qué la gente percibe más inseguridad que en México?, ¿ acaso los periodistas no tendremos algo que ver en todo esto?. ¿ Estamos transmitiendo la realidad de lo que está pasando o estaremos como el colega en el hotel en Buenos Aires repetiendo como loros "pero mucho, mucho"?

Pasemos al siguiente capítulo, trata sobre los "conflictos de intereses" y sobre este punto se instaló una fuerte polémica al momento de aprobar el documento. El código "recomienda evitar el desempeño simultáneo de otras tareas remuneradas vinculadas a la comunicación, en dependencias de cualquier organismo público, empresa privada, grupo político u organización no gubernamental".
 Sabemos que este punto es difícil de asimilar por los colegas, porque lamentablemente en este país donde no se paga bien nuestra tarea es común el multiempleo. Mucho más en el interior del país, donde es normal que los colegas trabajen en un medio de comunicación y en la intendencia o el municipio por ejemplo. En estos casos, se recomienda mantener la imparcialidad y no dejar que el trabajo municipal influya en el trabajo diario como periodista.
"Se debilita la credibilidad del periodista cuando se incurre en la difusión de mensajes publicitarios explícitos o implícitos, ya sea dentro de los programas periodísticos o como parte de campañas publicitarias o propagandísticas de cualquier tipo, a excepción de las participación en las campañas de difusión de los medios en los que elos periodistas trabajan o en las campañas de bien público", dice este punto.

Sabemos que en el interior es más difícil tener un programa de radio o televisión sin vender publicidad personalmente, oficiando de hombre orquesta, pasando las noticias y la publicidad al mismo tiempo. Lo aconsejable es no dejar que las opiniones de los auspiciantes influyan en la tarea periodística, o peor, que oficie como censura si el involucrado en la noticia es el cliente.

También se recomienda no pagar por una noticia, así como aceptar regalos demasiado onerosos, por eso se puso un límite en un regalo de cortesía de dos unidades reajustables. En el caso de las coberturas realizadas con viajes pagos por empresas o instituciones, la recomendación es especificar claramente con qué objetivo se viajó y el origen de la invitación.
 El siguiente capítulo se refiere al Género y la Discriminación, donde se trata de que el periodista equilibre su lenguaje sin utilizar términos discriminatorios ni peyorativos, evitando "generalizaciones que dañen a grupos minoritarios, demarcaciones sexistas y prejuicios de cualquier tipo".
 El quinto capítulo se refiere a la Niñez y la Adolescencia. "Los periodistas deberán asegurarse que el niño, adolescente y su tutor sepan que están hablando con un periodista". También se evitará identificar visualmente o de cualquier manera  a los niños. Todos recordamos el caso de la niña MIA que fue claramente identificada cuando su familia cuidadora se negó a entregarla a su familia adoptiva. La niña apareció decenas de veces en todos ls canales de televisión. Incluso un diario capitalino sacó en primera plana a la familia adoptiva de MIA.
 El último capítulo hace alusión al Periodismo Digital y las redes sociales, sin lugar a dudas un fenómeno comunicacional que gana espacios rápidamente y de forma caótica, mucho más que lo que nosotros como profesionales estamos preparados para afrontar.
 Allí se habla del uso de las redes sociales como fuente informativa, el uso de las fotos que aparecen en Facebook o Twitter, la comprobación de la misma y citando al autor.

 Este es un resumen del código al que pueden acceder en la página web de APU (www.apu.org.uy).
 Como moraleja, espero que con la aplicación de esta guía de trabajo que es el código, nuestro periodismo pueda descubrir las cucarachas ocultas al decir de Kapuscinski, prendiendo las luces para que los ciudadanos las puedan ver corretear, intentando esconderse en la oscuridad de la ignorancia.

Lic. Victoria Alfaro

Periodista

Presidente del Sector Prensa de la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU)