“El trabajo del periodista no consiste en pisar cucarachas,
sino en prender la luz para que la gente vea cómo corren a ocultarse.” Ryszard
Kapuscinski. Este maestro del periodismo del siglo XX refleja a mi entender al
buen periodista, nada fácil de conseguir en este mundo tan vertiginoso, donde
la noticia es ultra rápida, al instante, sin detenerse demasiado a reflexionar
para qué, por qué y a quién le sirve publicar tal o cuál cosa sobre tal o cuál
tema.
Es justamente Kapuchisnky en una de sus últimas visitas a
Buenos Aires antes de fallecer que se refirió a la ética periodística de forma
ejemplar. Así lo cuenta la crónica de
Óscar Escamilla en una recopilación de notas titulada "Los cinco sentidos
del periodista".
"Al regresar (de su cuarto en el hotel) alguien le dijo
que en Buenos Aires secuestraban mucho, “¡pero mucho!”, según contaban los
despachos noticiosos de agencias de prensa y las notas de televisión que había
visto. Cuando la persona dejó de quejarse de la inseguridad argentina, Kapuściński
la tomó por el antebrazo y giró hasta que ambos quedaron frente a una ventana
por la que se veía la calle. A continuación el maestro levantó la mano derecha
y, juntando los dedos, dibujó el marco: “Seguramente --dijo-- si uno se queda
mirando un buen rato por esa ventana verá los secuestros que usted dice... Si
ve alguno, no dude en denunciarlo”, le dijo a un pasmado periodista que tuvo su
primera lección sobre el reflejo de la realidad a través de los medios de
comunicación.
La Ética es al periodismo como el agua a las plantas:
esencial. No se puede o no se debería dejarla de lado como si no existiera,
como si fuera una mosca molestosa que hay que aplastar porque no nos sirve. No
es fácil en el día a día, corriendo detrás de las noticias, acordarse de que
existe esta mosca que revolotea alrededor de nuestras cabezas, insistente y
porfiada.
Cuando nos olvidamos de la Ética cometemos errores
imperdonables, como pasar más de 40 veces en el informativo la muerte en
directo del padre de un familia, como sucedió con el caso emblemático de La
Pasiva, teniendo que salir la familia del fallecido a recorrer los canales para
pedir que no pasaran más las imágenes porque sus hijos veían morir a su padre
decenas de veces.
O cuando nuevamente otra familia envió una carta a todos los
medios de comunicación pidiendo por favor que no pasaran las imágenes de un
jóven pistero ejecutado en una estación de servicio. Estos son sólo algunos
ejemplos ¿Cómo hemos llegado a esto?, es porque cómo dijo en su momento el
presidente Mujica "la libertad es libre".
¿Es así como queremos seguir funcionando? El Código de Ética
Periodística votado en la Asamblea General de la Asociación de la Prensa
Uruguaya (APU), es una guía para trabajar en el día a día, no se trata de una
mordaza, todo lo contrario marca pautas que cualquier profesión debe tener.
Nosotros no trabajamos haciendo chorizos (con todo el
respeto que se merecen los obreros de la industria), trabajamos con la gente,
los ciudadanos que viven en nuestro país, en nuestra ciudad e incluso en
nuestro barrio, personas que todavía creen en lo que le decimos y confía
(aunque cada vez menos) en nosotros, para formarse un criterio ante la realidad
social, política, económica y deportiva que vivimos.
¿Acaso no tenemos responsabilidad ante nuestros lectores?,
¿podemos ser tan cínicos para que no nos importe lo que le transmitimos todos
los días desde nuestro puesto privilegiado?, ¿podemos permitirnos no estudiar,
no informarnos, no hacerle caso a esa mosquita molestosa llamada ética?
Me parece que no y por eso APU viene desde hace varios años gestando este niño
llamado Código de Ética que vio la luz hace menos de un mes. El Código que finalmente se aprobó fue
el resultado de decenas de borradores, con el intenso trabajo de la Comisión de
Ética de APU con el apoyo del Centro de Archivos y Acceso a la Información
Pública (Cainfo) y el Grupo Medios y Sociedad, más el apoyo de la Unesco.
La información que sirvió para redactar el código fue el
resultado de varias mesas redondas en diversos lugares del país, una encuesta
pública dónde intervinieron 257
periodistas de todo el país, que en más del 90% estaban de acuerdo con la
necesidad de redacción de este código. También se contempló los aportes
realizados por periodistas y estudiantes durante un período de consulta abierta
entre los meses de diciembre del 2012 y
marzo del 2013.
Además se consultó con expertos internacionales y se realizó
un encuentro con los editores de varios medios de comunicación de la capital
del país, cuyos aportes fueron muy importantes.
El primer capítulo se refiere al Compromiso con la libertad
de expresión y el derecho a la información para todos los ciudadanos. Allí
aparece el deber ético del periodismo en exigir que se respeten estos derechos,
garantizando el pluralismo de las opiniones, así como el acceso equitativo a
las frecuencias.
Allí aparecen todas las garantías para que el periodista
ejerza su profesión sin presiones de ningún tipo, ni políticas, ni económicas,
facilitando incluso la transparencia en la identidad de los propietarios de los
medios de comunicación. Tampoco se puede obligar al periodista a firmar un
trabajo con el cual no esté de acuerdo o contradiga sus valores y creencias.
"Ningún periodista debería justificar desviaciones al
presente código argumentando la obediencia a órdenes de su editor o el medio
para el que trabaja", dice textualmente el código.
Luego viene un capítulo "Principios de actuación",
dónde se especifican vairos puntos de la tarea periodística como la validación
de las fuentes, la cobertura equilibrada de los hechos, la utilización de las
fuentes, así como no publicar material falso, engañoso o deformado.
La consulta de las "dos campanas" sobre una
información, así como el respeto por la privacidad de las personas a no ser que
afecte a la comunidad. También se hace mención al respeto de la propiedad
intelectual. El "levante" o la copia de trabajos de colegas sin citar
la fuente, se considera una "falta grave y un plagio".
Aquí también se trata el tema del respeto por la imagen de
las personas, evitando el sensacionalismo, sobre todo en hechos de violencia,
"a fin de no abusar en detalles escabrosos como la exposición de caras y
cuerpos con claros signos de violencia ni criminalizar a las personas
involucradas".
Justamente el día que se estaba votando este código, un
diario capitalino publicó en su página web una amplia información sobre los
datos otorgados por un especialista mexicano, que se encontraba en nuestro
país. Presentó un estudio realizado en Uruguay sobre la percepción de la
población sobre la inseguridad. El título decía:
"Montevideanos perciben la misma realidad que un país
en guerra; las fotos del horror"
En el copete agrega "Las imágenes pueden herir su
sensibilidad. La percepción de inseguridad o “sensación de miedo generalizado”
de los montevideanos es similar a la de los habitantes de México, un país cuya
tasa de homicidios casi triplica a la uruguaya".
Encabezando esta noticia una galería de fotos de asesinados
en México, con personas colgando de los puentes, entre otras imágenes del
mismos estilo. En ningún lugar, ni en el pie de foto ni en la nota explicaba
que las fotos no eran de sucesos en Uruguay.
Otro dato que se puede extraer de esta noticia, si como dice
la tasa de homicidios de México es de 18 crímenes cada 100.000 habitantes,
mientras en Uruguay, osciló entre 6 y 7 crímenes cada 100.000 habitantes, ¿por
qué la gente percibe más inseguridad que en México?, ¿ acaso los periodistas no
tendremos algo que ver en todo esto?. ¿ Estamos transmitiendo la realidad de lo
que está pasando o estaremos como el colega en el hotel en Buenos Aires
repetiendo como loros "pero mucho, mucho"?
Pasemos al siguiente capítulo, trata sobre los
"conflictos de intereses" y sobre este punto se instaló una fuerte
polémica al momento de aprobar el documento. El código "recomienda evitar
el desempeño simultáneo de otras tareas remuneradas vinculadas a la
comunicación, en dependencias de cualquier organismo público, empresa privada,
grupo político u organización no gubernamental".
Sabemos que este punto es difícil de asimilar por los
colegas, porque lamentablemente en este país donde no se paga bien nuestra
tarea es común el multiempleo. Mucho más en el interior del país, donde es
normal que los colegas trabajen en un medio de comunicación y en la intendencia
o el municipio por ejemplo. En estos casos, se recomienda mantener la
imparcialidad y no dejar que el trabajo municipal influya en el trabajo diario
como periodista.
"Se debilita la credibilidad del periodista cuando se
incurre en la difusión de mensajes publicitarios explícitos o implícitos, ya
sea dentro de los programas periodísticos o como parte de campañas
publicitarias o propagandísticas de cualquier tipo, a excepción de las
participación en las campañas de difusión de los medios en los que elos
periodistas trabajan o en las campañas de bien público", dice este punto.
Sabemos que en el interior es más difícil tener un programa
de radio o televisión sin vender publicidad personalmente, oficiando de hombre
orquesta, pasando las noticias y la publicidad al mismo tiempo. Lo aconsejable
es no dejar que las opiniones de los auspiciantes influyan en la tarea
periodística, o peor, que oficie como censura si el involucrado en la noticia
es el cliente.
También se recomienda no pagar por una noticia, así como
aceptar regalos demasiado onerosos, por eso se puso un límite en un regalo de
cortesía de dos unidades reajustables. En el caso de las coberturas realizadas
con viajes pagos por empresas o instituciones, la recomendación es especificar
claramente con qué objetivo se viajó y el origen de la invitación.
El siguiente capítulo se refiere al Género y la
Discriminación, donde se trata de que el periodista equilibre su lenguaje sin
utilizar términos discriminatorios ni peyorativos, evitando
"generalizaciones que dañen a grupos minoritarios, demarcaciones sexistas
y prejuicios de cualquier tipo".
El quinto capítulo se refiere a la Niñez y la Adolescencia.
"Los periodistas deberán asegurarse que el niño, adolescente y su tutor
sepan que están hablando con un periodista". También se evitará
identificar visualmente o de cualquier manera
a los niños. Todos recordamos el caso de la niña MIA que fue claramente
identificada cuando su familia cuidadora se negó a entregarla a su familia
adoptiva. La niña apareció decenas de veces en todos ls canales de televisión.
Incluso un diario capitalino sacó en primera plana a la familia adoptiva de
MIA.
El último capítulo hace alusión al Periodismo Digital y las
redes sociales, sin lugar a dudas un fenómeno comunicacional que gana espacios
rápidamente y de forma caótica, mucho más que lo que nosotros como
profesionales estamos preparados para afrontar.
Allí se habla del uso de las redes sociales como fuente
informativa, el uso de las fotos que aparecen en Facebook o Twitter, la
comprobación de la misma y citando al autor.
Este es un resumen del código al que pueden acceder en la
página web de APU (www.apu.org.uy).
Como moraleja, espero que con la aplicación de esta guía de
trabajo que es el código, nuestro periodismo pueda descubrir las cucarachas
ocultas al decir de Kapuscinski, prendiendo las luces para que los ciudadanos
las puedan ver corretear, intentando esconderse en la oscuridad de la
ignorancia.
Lic. Victoria Alfaro
Periodista
Presidente del Sector Prensa de la Asociación de la Prensa
Uruguaya (APU)