
Isabel Oronoz dejò en claro que no es crítico-literario, " cuento historias que vienen de la vida real"
Su visita se debió a que fue invitada a presentar su libro
"Rompiendo Silencios" que no es más que una excusa
para tratar determinados temas que tienen que ver con todos nosotros, que
tienen que ver con la sociedad en su conjunto.
Que tienen que ver con los que
de algún modo o de todos los modos con los que hacemos política porque somos
responsables de estas cosas.,manifestò Oronoz,
Hablamos de discriminación, hablamos de racismo. En el caso
de este libro se saca del ropero una historia,
la historia de una poetisa Virginia Brindis de Salas, poetisa que, seguramente,
ninguno de ustedes conocía antes. Yo no sabía de ella, me enteré un poco de
casualidad, porque en el marco del Bicentenario algunas mujeres fuimos
convocadas, mujeres políticas, algunas comunicadoras, mujeres artistas, para
homenajear a otras mujeres que habían hecho historia, pero que de algún modo
habían sido indivisadas, no estaban ni en la agenda, ni en la memoria de nuestra
sociedad.
Y el papel que me había tocado no era un papel que me
conmovía, empecé a buscar y buscar y apareció de repente Virginia Brindis de
Salas y decía en Internet “Virginia Brindis de Salas la primera mujer afro
latina en escribir un libro en Latinoamérica. Uruguaya 1908-1958”. Y me pareció
extraño, me daba para desconfiar. Yo tengo 57 años, pasé por la escuela, pasé
por el liceo, pasé por la facultad y nunca ningún profesor, ningún maestro,
ningún docente, ni en ninguna biblioteca nunca nadie me había hablado jamás de
Virginia Brindis.
No era que no lo hubiera leído, nunca había escuchado su
nombre.
Y bueno empecé a averiguar, empecé a investigar, llamé a
organizaciones sociales, civiles para ver si sabían sobre Virginia.
Me llevé una gran sorpresa, porque todos sabían de Virginia,
la que no sabía era yo sobre Virginia. Las organizaciones civiles negras sabían
que Virginia Brindis existía y desconfiaban de ella: Decían “ le robó los
versos al novio”, los versos no son de ella.
Para las mujeres que trabajan en Género saben seguramente
que los hombres que asumen el tema, porque tenemos una agenda social en la que
estamos todos como sociedad y como seres políticos, que el tema de la mujer, el
ser mujer, ser negra y ser pobre en aquella época, era, seguramente mucho más
difícil que ser negra, ser pobre en esta época.
Fíjense ustedes que recién este año hemos votado el
Parlamento uruguayo de acciones afirmativas para la población afro
descendiente.
Y eso qué quiere decir?. Quiere decir que al estado
uruguayo, quiere decir que al poder político, todos los Partidos Políticos de
este País, por suerte, reconocen que hubo discriminación, que la hay, que a
veces la hay, que tenemos un problema, que asumimos ese problema y que queremos
cambiarlo.
Todos queremos cambiarlo. Ese es un gran paso, es el paso
más importante yo creo que hemos dado en este tema. Que cuándo se dará el
cambio, no lo sé, no es de hoy para mañana. Los cambios se dan en generaciones,
llevan tiempo, no se cambian por leyes.
Cada uno de nosotros seremos multiplicadores, cada uno de
nosotros somos formadores, los más jóvenes, recién yo venía del Instituto
Técnico Docente, más temprano estuve en una experiencia fabulosa en la Escuela
Artigas y hay chicos que tienen bien claro el tema de la discriminación y del
racismo.
Y el tema de la discriminación, que va más allá de lo negro
y de lo blanco, es una cuestión de piel, que va por gordura, que va por alto,
por judío, por credo, por tantas cosas. Un chico dijo por qué no te respetan tu
ser?
Yo creo que estamos en un tiempo de responsabilidades
sociales importantes y de estos temas hablaba Virginia en sus poemas.
En 1947 ella escribió Pregón de Marimorena, su primer libro
y lo reeditó en 1952. Vean ustedes como una mujer negra en esa época pudo
escribir y reeditar un libro en Uruguay.
En aquella época no hablábamos de discriminación, hablábamos
de racismo. El racismo es cuando no se ve al otro, por eso nadie vio a
Virginia. Virginia era amiga de Juana de Ibarbourou, vivía enfrente de la casa,
eran amigas, muy amigas. Gabriela Mistral en la contratapa de este libro tiene
una carta que habla maravillas de la poesía de Virginia, habla de la influencia
que la poesía de Virginia tuvo en la lucha que ya tenían los negros en los Estados
Unidos que empezaban a pelear por los derechos civiles.
Y esta mujer trascendió fronteras; hoy un escritor no
importa de qué color sea en este país es difícil trascender fronteras, es
difícil que su nombre trascienda, que sus libros trasciendan fuera del Uruguay
y esta mujer lo logró en 1947.
Gabriela Mistral en 1945 fue Premio Nobel de Literatura y
podemos decir que cuando Gabriel Mistral habla de Virginia Brindis de Salas,
que ya era Premio Nobel de Literatura, sabía de qué hablaba, sabía de quién
hablaba.
Era una época de oro en la poesía afro latina, venía Nicolás
Guillén, venían los poetas y los intelectuales españoles, que huían de la
guerra civil española, teníamos una agenda social importante. Eran los temas de
la lucha por los derechos de la mujer, con Perón enfrente, Eva Perón, era un
tiempo de efervescencia política y Virginia Brindis de Salas era una mujer
política, además de ser una poetisa.
Una mujer que iba y venía, de hecho murió en Buenos Aires.
Yo próximamente voy a viajar a Cuba del 1º al 10 de noviembre, siguiendo una
línea de investigación que me va a llevar a Claudio Brindis de Salas que se
supone era el tío de su padre. Lo que me da es la ruta del esclavo en toda
América.
Ustedes seguramente saben que unos dos millones de negros
que habemos en América somos pobres. La mayoría de los negros de América viven
en la marginación o en la pobreza o por debajo de la línea de pobreza.
Los números de nuestro país no son felices por eso es que
tenemos esta ley. Los estudiantes afro descendientes en Uruguay desertan en
segundo año del liceo, por tanto las posibilidades laborales son difíciles.
El tres por ciento nada más, mejor dicho solamente el tres
por ciento de la población afro descendiente accede a un título universitario.
El setenta y dos por ciento de las mujeres afro descendientes se desempeñan en
el servicio doméstico, tenemos un problema, evidentemente, de integración
social, tenemos un problema de integración educacional, tenemos un problema de
integración en todas partes. El ejercicio en algunas partes hoy, hemos estado
haciendo porque cuántos médicos negros conocen, te sobran los dedos de la mano,
cuántos jueces negros conoces?, dame dos. No hay ninguno y así con todas las
profesiones; eso nos da lo que pasa.
Entonces esas cosas las tenemos que cambiar y esta ley es un
muy buen paso, como ha sido un muy buen paso la agenda social que hemos venido
trabajando y que seguiremos haciendo.
Y les agradezco que me inviten, porque sé que tienen temas
importantes y que se hagan tiempo también para éste.
Yo no soy crítico-literario, soy una escritora y soy
periodista, cuento historias que vienen de la vida real. Los negros somos
culpables también, porque como les dije al principio, las organizaciones
civiles sabían de Virginia, en estas cosas de la discriminación y del racismo
hay trampas al inconsciente que se hacen y algunas que no son tan inconscientes
y nos tenemos que hacer cargo. Y a mí cuando hablo de estos temas no me gusta hacerme
la distraída, me gusta ser frontal y decir las cosas como son.
A veces no cae bien, pero bueno, yo no trato de caer bien,
sé decir todo lo que pienso con todo el respeto del mundo.-
Así que les quiero agradecer muchísimo el tiempo que me han
otorgado, gracias por recibirme, espero que en la lectura de este libro
encuentren una mujer interesante, peleadora, luchadora como tantas, hay muchas
en el ropero hay hombres y hay mujeres que no conocimos, que yo siempre cuento
la historia de don Atilio Rapat, que no era negro. Era un excelente- quizás uno
de los mejores guitarristas uruguayos-, a quien conoció poca gente, formador de
los mejores músicos y que tuvo una historia de discriminación tan brutal que lo
negó lo dejó y nadie lo conoce.
Tenía que dar un concierto en el Solís, era un virtuoso de
la música don Atilio Rapat y cuando estaba por comenzar su concierto- yo me lo
imagino en esa sillita con la guitarra clásica, levantó el zapato y tenía un
agujero en el zapato y la gente se empezó a reír a las carcajadas y nunca más
se pudo presentar en un concierto.
Estas son también historias de discriminación. Gracias por
recibirme concluyò diciendo la escritora y periodista Uruguaya .