miércoles, 30 de enero de 2019

Almejas amarillas buscan concientizar sobre el recurso natural.

Las almejas amarillas son difíciles de encontrar, pero están en las costas uruguayas. Llegaron hace siglos a este territorio, pero durante cientos de años nadie las aprovechó. En determinado momento, durante el siglo XX, fueron utilizadas como carnada, pero con el correr de los años empezaron a hacerse famosas entre los platos más caros del este.


Quienes están detrás de estas almejas son las familias de La Coronilla, en Rocha. En este balneario se arrancan de la arena, se lavan con agua de mar y se guardan en baldes, que son vendidos a los chefs más codiciados de la costa.






Pero estos pobladores no suelen comer los platos con los que se preparan, porque les hacen acordar a los días interminables de búsqueda en los que se llenaban de arena con tal de conseguir unos baldes.

El precio de la almeja varía. Hubo años en los que no se conseguían, cuando el entorno conspiraba contra el negocio. También hubo épocas de marea roja, que contaminaban los moluscos y los volvían peligrosos para la salud.

Esas temporadas fueron muy complicadas para las familias de La Coronilla, que dependen de esas ventas para sobrevivir.

Las almejas no se pueden arrancar así como así. Para preservarlas, es la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) la que les otorga los permisos a los pobladores para extraerlas. Si hay pocas en la costa o si un virus las afecta, los pescadores no obtienen la autorización para sacarlas de la arena.

Y como no abundan, a estos moluscos se los busca siguiendo la huella de los agujeritos que dejan en la superficie cuando se entierran. Por ahí absorben el agua para alimentarse y también respiran.

Es este instinto de supervivencia el que los delata.

El kilo de almeja en La Coronilla ronda los $400. Los pobladores lo venden directamente a los chefs de la costa y así se evitan los intermediarios.

Un buen plato de estos moluscos puede tener hasta 30 y costar en el entorno de los $ 1.500.

Los restaurantes del puerto de Punta del Este, por ejemplo, son algunos de los locales que ofrecen las almejas criollas..


Nancy Schuch, pobladora de La Coronilla y recolectora de almejas, habló con Así nos va acerca de este oficio: